El poder electoral de la imagen
Los dos principales candidatos agotan sus recursos en las últimas 48 horas previas a los comicios
El martes, día 6, se celebran en Estados Unidos las elecciones presidenciales. Los dos principal es candidatos, Ronald Reagan por los repblicanos, y Walter Mondale por los demócratas, cumplen estos días sus últimos actos electorales. Diferencias de Pondo, pero también diferencias de forma, marcan el terreno que separan a uno y otro. La importancia de la imagen en la carrera presidencial es importantísima, tanto que una y otra vez se repite que han sido sus apariciones en televisión los elementos básicos con que han contado los estadounidenses para elegir a su presidente. Frente a un candidato demócrata que ha tratado de aparentar en todo momento una gran seguridad, Reagan ha trabajado su aspecto de consumado comunicador. Dos imágenes distintas para ideas también distintas.
Mondale, el atractivo de la justicia
FRANCISCO BASTERRA ENVIADO ESPECIAL "¿Vamos a ganar esta elección?". Un clamoroso sí emitido por 5.000 gargantas de demócratas convencidos resuena en el puerto de Baltimore seguido de una letanía que entona el Wenthfritz (queremos a Fritz, segundo nombre propio de Walter Mondale). El aspirante a la Casa Blanca por el Partido Demócrata sabe que la suerte está prácticamente echada. Los sondeos le alejan cada vez más de Ronald Reagan y ya sólo quedan 45 horas para la elección. Pero Mondale actúa como si no lo supiera o no le importara. Está obsesionado con transmitir su mensaje de justicia y conciencia social a los americanos. Hay que reconocerle el coraje que está demostrando ante la adversidad política.
Anoche tuvo un mitin en Chicago. Esta mañana presidió otro en Louisville (Kentucky), escenario de su único triunfo en esta desigual campaña, al derrotar en el primer debate televisado al gran comunicador Ronald Reagan. "El cambio empieza esta tarde aquí", afirma ahora en Baltimore, una ciudad industrial y portuaria, con mayoría de la población negra, a 50 kilómetros al noreste de Washington. Este Estado, Maryland, uno de los seis únicos que ganó Carter en 1980, vota tradicionalmente demócrata. Pero este año pueden perderlo y por eso está aquí, de nuevo Mondale.
Un magnífico escenario
El escenario del mitin es perfecto para ser reproducido por las cámaras de televisión: el puerta interior de Baltimore, donde se ha logrado una de las mejores reconstrucciones urbanísticas de las viejas ciudades norteamericanas, y al fondo, tras la tribuna, la histórica fragata Uss Constitution, un bello barco de madera del siglo XIX con la arboladura iluminada. En definitiva, en esta democracia electrónica, la campaña electoral sólo tiene sentido en cuanto es susceptible de ser reproducida en los tele diarios de la tarde. Los mítines sólo son perfectos montajes de color y sonido que aspiran, en el mejor de los casos, a conseguir media docena de frases, 15 segundos para lograr una píldora televisiva que impresione al ciudadano en su sala de estar.
Curiosamente, los miles de personas reunidas en el escenario de Baltimore no parecen conscientes de esta realidad. Llevan más de dos horas esperando a Mondale y han sido convenientemente caldeadas por media docena de políticos locales, que actúan como teloneros. Globos con los colores azul, blanco y rojo de la bandera norteamericana delimitan en grandes racimos el perímetro del acto. Miles de pequeñas banderitas con las barras y las estrellas han sido repartidas con antelación. La gen te agita grandes carteles con los nombres de Mondale-Ferraro.
Una serie de espirituales negros ayuda a acortar la espera y crea auténtica emoción entre esta gente. Aquí están los activistas del viejo partido del New Deal, la vieja guardia, los representantes de los sindicatos, de los negros, de las minorías étnicas, de las feministas Toda esta gran coalición que ha dominado la política americana durante los últimos 50 años y que el próximo martes puede convertirse en minoritaria en el país. Están emocionados y creen que el martes van a ganar. Hay bastantes .jóvenes, muchos de ellos de color y parados, y ancianos jubilados. Son en gran parte los deshereda, dos de este país. "Reagan es el candidato de los grandes negocios, huele a rico y no le importan nada ni los pobres ni la gente mayor", afirma a mi lado John Hallengren, un jubilado de 75 años cuyo hermano luchó en la Brigada Lincoln durante la guerra civil española.
Estos ciudadanos han venido aquí a oir hablar de compasión por el prójimo, justicia e igualdad. Y su candidato no les va a defraudar. Por fin llega Walter Mondale. Aparece sorprendentemente fresco y comienza atacando a Reagan. "Este presidente", dice, "ha aprendido todo lo que sabe en Hollywood y no se preocupa de lo que .ocurre en la vida real; prefiere ignorar los datos. Sólo le interesan las cámaras de televisión. Elijamos a un presidente que sepa lo que está pasando". Los asistentes no necesitan más y claman "one more week", significando que a Reagan sólo le queda una semana más en la Casa Blanca.
Ataque a la desesperada
Para Mondale es casi un ataque a la desesperada. En estos últimos días utiliza todos los temas y todas las estrategias para erosionar al presidente. Le acusa de insensibilidad social, de ignorancia, de hacer pagar a la clase media y a los más desfavorecidos la recupera ción económica que, afirma, sólo beneficia a un sector muy determinado. Afirma Mondale que si gana Reagan otra vez, los predicadores del extremismo religioso harán los nombramientos de jueces para el Tribunal Supremo; asegura que la actual Administración ha deteriorado el medio ambiente y explica a sus convencidos que con el plan de Reagan denominado guerra de las galaxias el conflicto atómico se pone en manos de los ordenadores. Pide el fin del apoyo a Marcos en Filipinas y la conclusión de la guerra ¡legal de Nicaragua. "No reforcemos a los marines, sino a los cuerpos de la paz", concluye con resonancias kennedianas.
Mondale, hijo de un predicador metodista, pide que los americanos se preocupen por el prójimo. El candidato demócrata describe así la filosofía política de Reagan: "Si eres joven y estás parado, el presidente te dirá qué mala suerte; si eres negro, mestizo o mujer, haberlo pensado antes, y si no tienes casa, es tu problema". Por último pide a sus seguidores que no hagan caso de los sondeos: "Las encuestas no votan; vosotros votáis", y que nadie se quede en casa el martes. Es todo lo que estos mi les de personas querían oír. Los globos se sueltan al aire y Mondale desaparece sonriente y estrechando manos, rodeado de los agentes del servicio secreto. Todavía hoy queda otro mitin en Nueva York, y mañana, California.
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