La ayuda a los subnormales
Tengo dos hijos subnormales, de 23 y 27 años de edad. Tienen un coeficiente intelectual de 0,27 y 0,20 de oligofrenia, pero eso, por lo visto, no es motivo para que puedan percibir la nueva prestación de 10.000 pesetas, pues mi sueldo rebasa el tope del sueldo interprofesional (gano 49.000 pesetas). Es decir, que con las cien escuálidas y miserables pesetas diarias que percibimos actualmente por cada hijo deficiente, el Gobierno consi dera que está realizando una gran labor de bienestar social y familiar.El Gobierno no sé si llegará a comprender algún día que estas criaturas toman el aire, pero no se alimentan de él, como no llenen el estómago; hay que vestirlos y calzarlos, asearlos, hay que bregar con ellos, educarlos y muchas más cosas que él no las ve, ni las siente, ni las padece.
A veces pienso que también están disminuidos psíquicos los que elaboran estas leyes tan ridículas.
La vida y la crianza de estos hijos cuesta dinero, dinero que hay que sustraerlo del exiguo sueldo que ganamos, además de costear vivienda, basura, luz, agua y... pare usted de contar. Esa cantidad de dinero que nos hace falta a nosotros, algunos de ustedes la gastan a la vuelta de la esquina fumando puros y comiéndose unas cigalitas acompañadas de un buen vinilo. ¿No creen ustedes, ilustrísimos señores, que los disminuidos físicos y menta les merecen una mayor consideración, incluso más que los que salen de las cárceles?
Ustedes, viajeros de medio mundo, que han traído tantas cosas modernas de Europa, unas buenas y otras no tanto, ¿cómo es que no han copiado de ciertos países los beneficios que existen para dichos disminuidos físicos y mentales, creando escuelas, personal capacitado, médicos especializados para ellos y otras muchas más ventajas que existen?
Esperamos del Gobierno que acabe de una vez con la limosna de las 3.000 pesetas mensuales y amplíe a más incapacitados la percepción de esa ayuda tan necesaria
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.