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España titubea ante Centroamérica

El Gobiemo está dispuesto a aportar ideas pacificadoras, pero renuncia a ser mediador permanente

Antonio Caño

La elección de Madrid como la primera capital no latinoamericana en la que se han reunido los cuatro cancilleres del Grupo de Contadora ha reactualizado el papel de España como eventual mediador en la crisis centroamericana. El Gobierno socialista insiste en que está dispuesto a interponer, en favor de la paz, la autoridad moral que se le reconoce en el continente americano, pero no quiere asumir un rol protagonista en una zona geográficamente muy alejada de España.

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El Gobierno español ha asumido, con ocasión de la reunión del Grupo de Contadora en Madrid, nuevos compromisos de aportar ideas a las propuestas pacificadoras de Colombia, México, Panamá y Venezuela, y de interceder ante algunos países centroamericanos en favor de la firma del acta de paz para la región.España confirma así, su disposición a colaborar, en la medida de sus posibilidades, a la búsqueda de la paz en Centroamérica, aunque fuentes diplomáticas insisten en que el Gobierno socialista no está dispuesto a asumir el papel de mediador permanente.

Felipe González ha actuado y piensa seguir actuando en momentos concretos, cuando su intervención sea solicitada por los países afectados, pero entendiendo las limitaciones de España como país geográficamente ajeno a la región. El presidente González no ha querido convertirse en un Betancur europeo, ejerciendo, como el presidente colombiano, de hombre bueno de todos los conflictos.

El peso del papel de España en la solución de la crisis en el istmo americano ha aumentado, no obstante, en los dos últimos años, debido en gran parte al hecho de que el Gobierno ha sabido mantener abierto el diálogo con regímenes latinoamericanos de distinto signo político. La relación entre España y América Latina merece un apartado del informe sobre Centroamérica elaborado por el ex secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger, y algunos observadores consideran que no es casual que el embajador de Estados Unidos en España sea una personalidad como Thomas Enders, ex subsecretario de Estado para Asuntos Latinoamericanos.

"España puede y debe participar en los temas de nuestro continente", opina un diplomático latinoamericano que creía recoger el punto de vista unánime de los Gobiernos del área. Pero Felipe González ha preferido desde un principio una actitud de mayor prudencia. España ha puesto sobre el tapete la crisis centroamericana en las reuniones de la OTAN y del Consejo de Europa, y el presidente González dedica prácticamente la mitad del tiempo de sus entrevistas con dirigentes europeos a hablar de problemas latinoamericanos, pero no se ha querido comprometer en mediaciones difíciles.

El Gobierno español rechazó, hace pocos meses, la propuesta de apadrinar una reunión en Madrid entre el presidente de El Salvador, José Napoleón Duarte, y los jefes guerrilleros de ese país. España tanteó las posibilidades de éxito, habló con ambas partes y, finalmente, renunció a la iniciativa.

Visitas a Managua

Los socialistas españoles han mantenido también un contacto permanente con Nicaragua. Por medio de la Internacional Socialista y de sus canales propios, el Ejecutivo español presionó durante más de un año a los dirigentes sandinistas para que convocasen elecciones a la mayor brevedad. Un funcionario de la presidencia del Gobierno llegó a ir a Managua en 1983, en nombre de España y del ex presidente de Venezuela Carlos Andrés Pérez, con un ultimátum para Nicaragua en caso de que los comicios no fuesen convocados urgentemente. La evolución de los acontecimientos en Nicaragua y la negativa de la principal oposición de presentarse a las elecciones, han colocado ahora, sin embargo, al Gobierno español ante la paradoja de tener que solicitar el aplazamiento de los comicios por cuya convocatoria presionó. La posición oficial de España sobre las elecciones nicaragüense es hoy favorable a un retraso que permita la presentación del candidato de la Coordinadora Democrática, Arturo Cruz.

Felipe González, según supo EL PAÍS, comunicó al prirner ministro sueco, Olof Palme, en la visita de éste a Madrid, el mes pasado, que había perdido su fe en la revolución nicaragúense.

Tanto en el tema de El Salvador como en el de Nicaragua, la actuación española está muy mediatizada por los fuertes intereses de Estados Unidos en la región.

En sus conversaciones con políticos norteamericanos, los dirigentes españoles plantean habitualmente la crisis centroamericana y el presidente González lo hizo también en su conversación con Ronald Reagan en la Casa Blanca en junio del año pasado. Pero, como reconoce una fuente española, España se encuentra siempre muy condicionada por sus contenciosos bilaterales con Estados Unidos.

La reunión celebrada el mes pasado en San José por los cancilleres centroamericanos con sus colegas de España, Portugal, y la Comunidad Económica Europea, fue una demostración elocuente de que Washington no admite intromisiones foráneas en Centroamérica. Funcionarios norteamericanos distribuyeron en esa ocasión una carta enviada por el secretario de Estado norteamericano, George Shultz, a los países de la CEE -aunque no a España- en la que advertía contra toda ayuda económica a Nicaragua.

Diplomacia personal

Fuentes diplomáticas españolas creen que "España tiene un margen en este tema un poco más amplio que los demás países de Europa", pero admiten que "sin embargo, Estados Unidos no termina de aceptar una presencia nuestra en Centroamérica". Medios latinoamericanos "comprenden" que España tenga que vigilar sus intereses nacionales, pero piden que, si España se decide a desarrollar un papel en Centroamérica, tiene que hacerlo desde dos perspectivas: "desvestido de sentido paternalista y de forma consecuente".

Toda la política española en Centroamérica pivota en torno a Felipe González, que tiene acceso fácil a la mayor parte de los dirigentes del área. Alrededor se mueven principalmente el Ministerio de Asuntos Exteriores y el PSOE, cuya secretaria de Relaciones Exteriores, Elena Flores, viaja frecuentemente al área, aunque en misiones de importancia menor.

Entre las decisiones personales del presidente, destaca últimamente su entrevista en Madrid el pasado mes de agosto con el líder guerrillero antisandinista Edén Pastora, que le fue, al parecer, recomendada de modo muy especial por Carlos Andrés Pérez. Otro gesto espectacular del presidente González fue su almuerzo en Madrid con el presidente cubano, Fidel Castro, al que asistió también el máximo dirigente nicaragüense, comandante Daniel Ortega, en la que no se pudieron abordar temas sustanciales "porque lo que había que decirle a uno no lo debía oír el otro y viceversa", según el comentario de una fuente española.

A pesar de los frecuentes contactos entre dirigentes de ambos países, las relaciones entre España y Cuba siguen siendo, según fuentes diplomáticas, "muy protocolarias", sin lugar para acuerdos políticos importantes, a excepción de la mediación española hace un año para la expatriación de los ciudadanos cubanos de la isla de Granada, invadida por EE UU.

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