'Gigante' el último Dean

Como una aparatosa muestra de los delirios de aquel Hollywood dispuesto a competir con la TV a base de pantallas gigantescas, duraciones extraordinarias y melodramas retorcidos ha podido quedar convertida Gigante 28 años después de ser filmada. En el novelón de Edna Ferber en que se inspira el filme, las peripecias sentimentales de los personajes se ambientaban en el cambio socioeconómico provocado por el descubrimiento de petróleo en los páramos donde el ganado había sido hasta entonces el único medio de vida. Con tal decorado de fondo, George Stevens, el director, intentó ampliar esa perspectiva histórica aplicándole un tono pretendidamente épico. Pero los ingredientes melodramáticos de cualquier típica historia-río ahogaron sus pretensiones.La acción se desarrolla a lo largo de varias décadas. Desde la historia de esa joven virginiana casada con un rico tejano y asediada por el joven y pobre vaquero que interpretó James Dean hasta la del matrimonio de sus propios hijos, Gigante va mostrando los amores imposibles, las venganzas, las frustraciones de esos personajes cargados de agresividad.

El éxito que obtuvo la película en su día (1956) vino, naturalmente, marcado por esas condiciones. El público prefería entonces los folletines sentimentales: Sissi emperatriz, El último cuplé, Sólo el cielo lo sabe y La última vez que W París fueron algunos de los títulos de éxito de aquel mismo año, aunque ninguno alcanzara en sus recaudaciones los 12 millones de dólares de beneficios que obtuvo Gigante, según publicó su productora, Warner Bros. A los ingredientes sensibleros de ciertos pasajes del filme y a sus características de gran espectáculo se añadía la relevancia del reparto. Los actores supusieron uno de los más importantes estímulos para el éxito.

La muerte de Dean catapulta el filme a un consumo obligado. Siendo el joven actor un mito y coincidiendo su muerte con el finaI del rodaje, Gigante ofreció a sus incondicionales una especie de testamento y a los menos apasionados la posibilidad de especular con sus instintos morbosos. Corrió la voz de que en los últimos momentos del filme, cuando los protagonistas han envejecido, no era Dean quien interpretaba a ese vaquero convertido en millonario gracias al petróleo. Su nueva apariencia física y el hecho de que su interpretación, como la de sus oponentes, careciera en esos momentos de la impronta anterior, abonaron la creencia de que se había ocultado a la prensa el necesario cambio de actor. Fuera o no cierto, la posibilidad de escarbar su identidad en esas últimas secuencias permitió soportarlas. La duración del filme y el deterioro de la anécdota agotaban al espectador en el último tercio.

Stevens realizó el filme con entusiasmo, pero no logró el interés de algunas de sus obras anteriores, Un lugar en el sol y Raíces profundas, por ejemplo, donde el talento primó sobre la truculencia melodramática.

Gigante se emite hoy a las 21.30 horas por la primera cadena.