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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un veto moral en Europa

POR DEBAJO de las declaraciones propagandísticas, particularmente abundantes en estos días de uno y otro lado, acerca de la situación y las perspectivas en Nicaragua, es posible sin excesivo riesgo de error, los términos en que el problema está planteado: el Gobierno sandinista (o al menos una parte decisiva de sus miembros) estaría bastante dispuesto a aplazamiento de las elecciones y a abrir el juego- democrático para facilitar la participación en ellas de la Coordinadora Democrática, encabezada por Cruz, pero la contrapartida que exige, y que considera decisiva, es una garantía del cese de las operaciones de la insurgencia organizada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en su territorio. Democracia a cambio de paz y de seguridad en las fronteras. El hecho mismo de que el comandante Arce haya sostenido negociaciones con Cruz en Río de Janeiro, patrocinadas en cierto modo por la Internacional Socialista (IS), es significativo. Por ahora han fracasado, y precisamente porque no ha sido posible engarzar los dos términos resumidos más arriba. Pero se ejercen diversas presiones en concreto las de la citada IS, para que las conversaciones prosigan y para lograr los más altos niveles posibles de pluralismo en las futuras elecciones.En todo caso, es obvio que el factor decisivo en esta cuestión no es tanto lo que opine Cruz, sino la actitud de la Administración norteamericana. En ese orden, los últimos desarrollos son muy preocupantes y no dejan mucho espacio para el optimismo. En un reciente editorial,

The Washington Post escribe que EE UU "debería saludar la apertura de Managua", pidiendo a la vez a Contadora que complete el tratado. "Si no", agrega, "existe el peligro de que EE UU refuerce la impresión muy generalizada de que su prioridad no es la paz, sino eliminar a los sandinistas". No ha sido ese el curso seguido por Washington: desde el momento en que Managua ha adquirido públicamente el compromiso de firmar el acta elaborada por el Grupo de Contadora, Washington ha iniciado una campaña diplomática contra dicho docu mento, presentándolo casi -y falazmente- como un instrumento favorable para el comunismo. Tal reacción en EE UU ha causado disgusto y sorpresa en diversas capitales, particularmente en México. Durante mucho tiempo, Washington ha insistido en que la presencia de consejeros militares cúbanos (y eventualmente soviéti cos) en Nicaragua era causa decisiva de los peligros que amenazan, a Centroamérica. El plan de Contadora, aceptado ya por Nicaragua, tiende precisamente, con sistemas de verificación y control (que, sin duda, pueden ser más o menos eficaces), a poner fin áesa presencia. Y ahora parece que EE UU no quiere aceptar la retirada de sus bases o consejeros militares en varios países. Re sulta una actitud incongruente e indefendible; todo ello independientemente del grado de confianza que se pue da tener en la capacidad del sandinismo para realizar elecciones efectivamente democráticas.

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No se puede olvidar o subestimar el hecho de que el Grupo de Contadora está formado por países (México, Venezuela, Colombia, Panamá) cuyos Gobiernos no tienen nada de revolucionario. Son conservadores, liberales, reformistas; mucho más airiígos en la práctica, retóricas aparte, de EE UU que del bloque oriental. Lo quieha inspirado su labor es la convicción de que la raíz de los proble mas de Centroamérica está en el subdesarrollo, y la volun tad de lograr, por encima de todo, soluciones pacíficas que alejen los peligros de enfrentamientos militares. El respaldo internacional al Grupo de Contadora es considerable; en particular, la del conjunto de los países de Latinoamérica. La reciente reunión de San José de Costa Rica reviste asimismo unsignificado trascendental: la Comunidad Europea en su totalidad, con la presencia también de España y Portugal, ha confirmado "su apoyo a las medidas de paz que se están llevando a cabo en el marco del proceso de Contadora". El comunícadoI oficial que así lo expresa parte "de los ideales y valores de la Carta de las Naciones Unidas". Aquí está quizá la clave del asunto. Europa no puede aceptar que Centroamérica sea una zona del mundo impermeable a los principios de las Naciones Unidas y del derecho internacional en la que EE UU tendría una especie de bula para imponer las soluciones políticas- que más le convienen -en función de su seguridad- por vías militares. Europa ha hablado fuerte y claro en San José. Ha sido una especie de veto moral a una eventual tentación de repetir, en más grande, una operación tipo Granada.

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