El retorno a casa de "el salvador de la lira"
Italia, pendiente de las declaraciones de Michele Sindona, extraditado de EE UU
Hoy, a sus 64 años, Michele Sindona, aquella lumbrera de las finanzas italianas que había situado uno de sus bancos en Nueva York, se encuentra en la cárcel más dura de Italia: en la de Rebibbia, de Roma, en una celda de máxima seguridad de 12 metros cuadrados, con un camastro, una mesa y una silla, vigilado día y noche y sin que pueda comer nada, fuera de lo que le preparan para él solo.Antes de llegar a Roma, tras haberle concedido Estados Unidos la extradición, Michele Sindona estaba expiando, con 25 años de reclusión, una pena por quiebra fraudulenta en la cárcel de Otisville, a las afueras de Nueva York, una cárcel muy distinta de la italiana, con televisión y calefacción, teléfono y libertad para conceder entrevistas a periódicos, radio y televisión.
La justicia italiana acusa al banquero de la quiebra de la banca fundada por Sindona en este país, y que se fue abajo como la Franklin de Nueva York. Pero además, pesa sobre él otra acusación más grave aun: la de haber pagado y organizado el asesinato del abogado Giorgio Ambrosoli, encargado de investigar la quiebra del banco. Lo confesó el mismo asesino, que resultó después muerto mientras se escapaba de una cárcel de Nueva York. Pero lo que más inquieta del personaje Sindona no es tanto lo que se sabe de él, los delitos que se le imputan, sino lo que se ignora de su hosca historia y de sus relaciones con la Mafia italoamericana, quien le organizó un falso secuestro, incluso con una herida de fuego en la pierna, cuando se escapó refugiándose en Sicilia.
20 años de la vida italiana
El personaje Sindona es tan importante para poder interpretar la agitada historia de los últimos 20 años de vida italiana, que provocó la creación de una comisión parlamentaria que ha indagado durante más de un año sobre su caso, sin conseguir llegar a demasiadas conclusiones concretas.
Como ha declarado el ex presidente de dicha comisión, la extradición de Sindona, podrá "esclarecer ahora muchos de los misterios que se han quedado sobre el tapete", y habla concretamente de las relaciones que haya podido haber entre Sindona y la logia secreta de Licio Geli, entre cuyos episodios cabe incluir su misteriosa fuga a Sicilia, donde, según el banquero, había ido para oponerse "a la avanzada comunista en la isla", y la parte que pudo haber tenido con el misterioso asesinato del otro famoso banquero, presidente del ex Ambrosiano, Roberto Calvi. Sindona es, además, un personaje inquietante porque en estos años no ha hecho más que amenazar desde la cárcel americana y lanzar mensajes en clave. Ha llegado a afirmar que si un día se presentara ante los jueces diría "todo, organizando un gran circo que me divertiré en contemplar". Quienes lo conocen afirman que entre col y col, entre mentira y, mentira, ha dicho ya verdades como puños. ¿Qué dirá ahora a los jueces? Los abogados temen que pueda acabar desapareciendo como Calvi, los jueces temen que pueda acabar escapándose como Gelli, mientras Tina Anselmi, la presidenta de la comisión que ha indagado sobre la P-2, ha recibido el anuncio de la llegada de Sindona con los brazos abiertos, pues es uno de los personajes claves de su investigación. Porque si no existen dudas sobre las relaciones de Sindona con la Mafia siciliana y americana no se sabe aún demasiado, en cambio, de sus convivencias con la masonería. Se sabe sólo que era un afiliado de la P-2 y que en todas sus entrevistas ha defendido siempre a Licio Gelli, considerándolo, como a él mismo, "un perseguido político" por haberse declarado ambos "acérrimos enemigos del comunismo".
En realidad, el banquero siciliano ha sido uno de los clásicos personajes, como Gelli y como Calvi, que en los años sesenta y siguientes subieron de la nada como la espuma, casi como por obra y gracia del Espíritu Santo. De la noche a la mañana. Y todo porque en aquel período, como ha comentado De Martino, existía una clase política que hacía posible la creación de estos monstruos sagrados que se engendraban a sí mismos y a quienes el poder político empinaba y usaba como monaguillos para financiar a los partidos políticos y otras cosas, y, cuando los había estrujado y acababan desnudos y secos como un limón sin jugo, los dejaba en la cuneta sin protección alardeando de no haberlos nunca conocido.
Sindona, concretamente, debió su brillante carrera más que a sus dotes a la suerte de que el Vaticano había puesto los ojos en él para que le sacara las castañas del fuego en uno de los momentos financieramente más difíciles para la Santa Sede. No era aún conocido del gran público, no era propietario de bancos, era sólo un hábil consultor de financieros, era católico y anticomunista, y el arzobispo norteamericano Paul Marcinkus, que empezaba entonces a adueñarse de las arcas vaticanas, lo contrató para que le llevara a cabo toda una serie de operaciones delicadas, como la desmovilización de grandes paquetes de acciones desde la Ceramiche Pozzi a la Generale Immobiliare, desde la Condotte D'Acque a la Banca Cattolica del Veneto. Con todo este ingente capital en sus manos, que logró hacerlo rendir con mil operaciones bancarias, Sindona se crea un nombre, un prestigio y también su imperio propio, ya que no sólo ayuda a la Santa Sede sino que se llena sin escrúpulos sus bolsillos.
Golpe blanco
A partir de ahí, el nuevo profeta de las finanzas no conoce obstáculos y con la bendición vaticana ve abrirse también todas las puertas democristianas. Nada le resulta imposible, y -como más tarde Calvi, que debió también su escalada al apoyo del Vaticano con la operación Ior-Banco Ambrosiano, gracias a su amistad con Marcinkus, el banquero del Papa- acaba siendo el personaje más invitado en todos los salones importantes de la nación y hasta en el extranjero.
En el complejo mosaico de la increible historia de la P-2 de Gelli, acusada de preparar en Italia un golpe blanco de tipo presidencialista mientras Gelli aseguraba el apoyo de la masonería y Calvi el del Vaticano, Sindona representaba la nueva y moderna mafia internacional. En sus redes había captado un poco de servicios secretos, de Magistratura, de ejército, de diputados, de periodistas y de hombres de las finanzas.
Cuál fue el papel de Michele Sindona en toda esta tragicomedia, que cuenta ya con una larga lista de asesinatos y, suicidios a sus espaldas y de miles de millones de pesetas de los contribuyentes evaporados podrá decirlo él solo, si quiere, ante los magistrados italianos los meses próximos.
Y hay quien tiene ya miedo de que se declare arrepentido.
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