La OMS recomienda para este año una nueva composición en la vacuna contra la gripe
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado a las autoridades sanitarias de todos los países que introduzcan ciertas variaciones en la vacuna contra la gripe, debido a las modificaciones detecta das en el virus que la produce. Según estudios realizados por la OMS, se han producido algunos cambios significativos en el virus que, aunque no tienen suficiente trascendencia como para provocar una epidemia, es probable que ocasionen una cierta extensión de la enfermedad.
Los epidemiólogos, sin embargo, insisten en que no hay motivos de alarma y que las vacunaciones deben seguir los criterios generales establecidos hasta ahora. Criterios que, por falta de información, no son seguidos en general por la población. Los estudios de vigilancia epidemiológica efectuados este año pasado por la OMS a través de sus múltiples laboratorios de referencia han permitido descubrir ciertos cambios en la estructura genética del virus que prevalece entre los causantes de la enfermedad. Estos cambios son de importancia menor, pero suficientes para aconsejar también una modificación en el tipo de vacuna que debe suministrarse este año.Los análisis realizados confirman que el virus que prevalece es del mismo tipo que el que predominó en el año anterior, el de la llamada cepa philipines, pero aunque sus proteínas más características son similares, no son idénticas. De ello se deriva que las personas que habían generado con anterioridad anticuerpos contra el virus por haber contraído la enfermedad o por haberse vacunado, pueden ser este año vulnerables, al no poseer su organismo los anticuerpos específicos para la nueva composición.
La inmunidad anterior no cubre, pues, totalmente el nuevo virus. Por esta razón, las autoridades sanitarias creen probable una cierta extensión de la enfermedad. El virus de la gripe se transmite por vía aérea, a partir de enfermos o personas que son portadoras, aunque no hayan desarrollado la enfermedad.
La importancia y virulencia de tal extensión dependerá de la vitalidad del nuevo virus, cuestión que no puede determinarse previamente. En cualquier caso, no estamos, ni mucho menos, ante el peligro de una epidemia, como se ha extendido durante las últimas semanas, pues para ello, según el epidemiólogo Andreu Segura, serían precisas unas condiciones que en este caso no concurren.
En primer lugar, que el virus fuese de un tipo totalmente diferente al del año anterior, de forma que la población en general no tuviera ningún tipo de defensa inmunológica contra él, y en segundo lugar, que fuera de tal virulencia que pudiera extenderse con gran rapidez.
No es éste el caso del virus de este año, por lo que son perfectamente válidos los criterios de vacunación de otros años. Según el doctor Segura, aunque cada año se repiten estos criterios, la práctica demuestra que se siguen muy poco, hasta tal punto que se vacunan muchas personas que no tienen un riesgo especial, y, en cambio, dejan de vacunarse otras que realmente deberían hacerlo.
Grupos de riesgo
Según el doctor Segura, no es necesario que se vacune la población en general. Pero, al mismo tiempo, la vacuna no entraña riesgo alguno, de modo que en prinicipio puede vacunarse quien quiera. Sentadas estas premisas, se recomienda la vacunación a los siguientes grupos de riesgo: los enfermos crónicos, independientemente de su edad, con patologías cardio-vasculares o respiratorias; los enfermos crónicos de cualquier otra enfermedad que permanezcan internados en alguna institución (en este caso no es porque tengan un mayor riesgo individual, sino por el riesgo de transmisión colectiva); el personal sanitario que esté normalmente, en contacto con alguna de las poblaciones de riesgo; las personas de más de 65 años, que aunque son las que tienen mayor inmunidad personal contra la gripe, tienen un sistema defensivo más débil que las personas de menor edad; las personas con algún tipo de enfermedad crónica del metabolismo, como diabetes, anemia o inmunodepresión, y, finalmente, los miembros de servicios públicos de vital importancia (bomberos, servicios sanitarios de urgencia, servicios de higiene pública, etc.), no porque tengan un riesgo personal importante, s ino por las repercusiones sociales que podría tener una extensión localizada de la gripe en estos colectivos.Las autoridades sanitarias recomiendan para los menores de 12 años que no hayan sido vacunados con anterioridad, que el virus se suministre fraccionado en dos medias vacunas.
Versiones alarmistas
Las últimas semanas se ha extendido un cierto alarmismo que puede provocar confusión en la población y una desmesurada demanda sanitaria. Alarmismos de este tipo únicamente benefician a los laboratorios productores de la vacuna, que verían notablemente incrementadas sus ventas por la demanda neurotizada de la población, sin que existan motivos fundados de alarma.Según los epidemiólogos consultados, ni en los casos de cambios radicales en la estructura genética del virus, que haría presumible una gran extensión de la enfermedad, sería recomendable una vacunación masiva, como quedó perfectamente demostrado en Estados Unidos en 1976, cuando las autoridades sanitarias creyeron que se extendería una modalidad de virus gripal porcino de características idénticas al que había provocado un elevadísimo número de muertes en 1918.
En apenas unos días, la alarma se extendió de tal modo que se produjeron largas colas frente a los establecimientos sanitarios norteamericanos e incluso se llegaron a producir algunas muertes por congelación en las propias colas. La estructura sanitaria no fue capaz de afrontar semejante volumen de demanda y se produjo un colapso que tuvo graves repercusiones para las personas aquejadas de otras enfermedades.
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