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Reportaje:Oficios

El canónigo

Con los brazos en alto, un. canónigo de la catedral de Madrid, dice con voz de hechicero: "Vamos a brindar con la sangre, hermanos". Los hermanos, ancianas en su mayoría, crujen al arrodillarse sobre los travesaños de los bancos. El crujido ahoga la voz del cancinigo, que recita fórmulas inágicas. "Vamos a brindar con la sangre, hermanos", repite el canonigo. En la plaza de la Virgen, en Valencia, lugar de estancia de jóvenes drogadictos, otro caniónigo camina hacia la catedral, dando un vuelo grave a su sotana. Se va a cruzar con unos chavales que piden 20 duros para salir del jodido mono. Y al pasar por su lado, le dicen algo y se carcajean., ¿Qué barbaridad le habrán dicho al muy ilustre señor? "Por favor, ¿qué le dijeron?".

"Nunca me habían llamado tina cosa así", responde, indignado y pálido, el beneficiado. "Me han llamado ¡tía buena!". Pero en Salamanca es otra cosa. Y en Toledo tampoco increpa el pueblo a sus canónigos. Van y vienen con sus capisayos, con su sombrero de teja, con toda la dlignidad portátil de su cargo eclesiástico, y los turistas inclinan la cabeza, la gente les cede el paso."Me saludan y nos felicitan", dice el fiscal y defensor del vínculo en la cmria salmantina. "Un señor me pidió el otro día que no me quite la sotana, que sigamos vistiendo como Dios manda".

En vías de extinción

Manda Dios. Y el Papa. "Sólo puede modificar nuestra situación o suprimirnos el Sumo Pontíficc", dice el fiscal de la curia, don Eugenio.'

Pero el clero bajo siempre se distinguió por dar a los canónigos golpes bajos. Un fraile dice: "El canónigo es casi un fósil. Está en vías de extinción. La especie tiene tres categorías, según una célebre clasificación portuguesa. La primera clase la forman los cánegos cónegos, la segunda la forman los cónegos de merda y la tercera la componen una merda de cónegos. Y no hay más".

Así que con esto ya hay bastante. El río Tormes humedece y da vida a las piedras de la ciudad, cuyo paisaje domina la catedral. Por las calles de Salamanca circulan estos enlutados célibes que, aun yendo a pie, parece que vayan transportados en vehículos con la carrocería brillante.

Hay varios beneficiados que van a formar tribunal en la curia para un juicio (secreto) de nulidad de vínculo matrimonial por error redundante. Una variedad de error que, al parecer, no se considera pérfido. El cónyuge se revela distinto a como se le creía ser. Y un canónigo que sujeta unos pesados legajos con peritajes psiquiátricos del demandado explica:

"Que le huelan los pies o la boca, eso no constituye error redundante y no es causa suficiente de nulidad matrimonial, pero que se manifieste homosexual, aun atendiendo sus obligaciones maritales, sí llevaría a considerarse error redundante una vez probada la perversa aberración". Los tres testigos esperan el rnomento de prestar declaración ante este tribunal eclesiástico. Uno de los jueces, el canónigo don Juan, de 75 años, está sentado de espaldas al gran retrato de santa Gertrudis (óleo), a quien rodean cabezas de querubines sustentadas -milagrosamente por unas diminutas alas que nacen del cuello de cada criatura celeste. Don Juan dice que sólo tiene obligación de ir a coro los domingos, durante.una hora y quince minutos, con misa, laudes y tercia. Pero un día al mes, los consejeros natos del obispo tienen cabildo. "El asunto es asesorar al obispo en las ventas de fincas. Hay que vender fincas de las parroquias p'ara mantener a las parroquias", añade el canónigo don Juan.

Un ajetreado pluriempleo ¿Qué vida lleva este monseñor? Su naturaleza es más bien hercúlea, pero no grasienta. No responde al refrán español que afirma que "lo que el cura tiene de delgado, lo tiene de gordo el beneficiado". Cómo voy a engordar, si no paro desde por la señal de la santa cruz? Me levanto a las seis de la mañana, bendigo a mis dos hermanas, que viven conmigo, ambas solteras; me pongo la sotana, que llevo hasta en el desierto; rezo y medito, me desayuno, voy a cavar a la huerta mía y a la de las hermanitas de los Pobres, mis vecinas. Luego me vengo andando cuatro kilómetros hasta la curia. Porque la salud del anciano no la busques en el plato; búscala en la suela del zapato. Y una vez celebrada la santa misa, trabajo aquí hasta la hora -de comer".

Es un trabajo variado el de don Juan. Además de ser juez en casos de nulidad matrimonial, es notario de la diócesis y archivero. También es canciller secretario de la curia, provicario general de la diócesis y vicario de las religiosas. Durante 30 años daba clases de Derecho Canónico en la Universidad Pontificia. Ahora, en este instante, don Juan se ha puesto las gafas para redactar un informe de su visita, en calidad de vicario, realizada a un convento de monjas. Lo hace en un libro de pergamino con un bolígrafo de los baratos. "Levanto acta de la visita canónico-pastoral del monasterio de benedictinas de Alba de Tormes, y pongo aquí que oí a todas y cada una de las monjas con deleite y satisfacción, incluida la refitolera, la poneilatos, la vicaria y la portera de las dos puertas, discreta y escucha, entre las que reina la unión, la paz y la caridad, ¡y qué ricas están las almendras garrapiñadas de las monjas éstas, Dios!". En otro libro asienta un decreto de aprobación de una fundación perpetua dé misas. Es un señor, que deja 100.000 pesetas, con previsiones para combatir la inflación, cantidad exenta de impuestos a Hacienda, para que en cuanto muera empiecen a celebrarle misas, una detrás de otra, a razón de una misa semanal. "Ya he echado cuentas y sale, más o menos, a una por semana, sobre la base de 250 pesetas por misa", añade el canónigo. "La misma misa que yo oficiaba por tres pesetas en 1934".

Don Juan cuida mucho la vestimenta. No por presumir, sino por alargar su uso. "Me han dicho que una sotana te cuesta hoy 20.000 pesetas, y yo gano 15.000 pesetas al mes y pago 1.500 de Seguridad Social, menos que otros porque los canónigos no tenemos viudedad, y la cosa no llega para comprarse alzacuellos". Luego, el canónigo se va a comer a casa. Con las hermanas de sangre comparte el plato de lentejas o judías (carne, poca), y con las hermanas de los Pobres comparte el trabajo de cuatro de la tarde en adelante. "Jamás me echo una canóniga, es decir, una siesta del borrego, una siesta antes de comer. Me tumbo después de comer. ¡Ah, eso es sagrado! Luego del vasito de tinto, a la cama, porque la comida, sesteada, y la cena, paseada".

¿Es la cama de los canónigos del tamaño de cuerpo y medio, conocido por tamaño canónigo? ¿Está el catre reñido con la teología de la liberación? "Nada, nada de eso; la cama del canónigo es normal, más bien estrecha, más bien tipo camilla. Y la teología de la liberación me parece estupenda bien entendida".

Bien entendido, el ingreso mensual de este canónigo -como el de tantos otros- no sobresapasa las 45.000 pesetas entre pitos eclesiásticos y flautas turísticas. "El turismo, en las catedrales turísticas, nos ayuda bastante, aunque no tanto como a los compañeros de Toledo, pero aquello que se decía de que vives como un canónigo, empleo de poco trabajo y mucho provecho, aquello ya no existe".

Se acabó el beneficio casi al tiempo que el óficio. Es un totum revolutum que traen los nuevos tiempos. Antes, al canónigo que se le quedaba medio cuerpo fuera del coro por llegar tarde le pagaban la mitad, a menos que la parte recayente al interior fuera la pars potior, es decir, la opuesta al trasero, que no debe cantar.

Esa gorrinada de la televisión

El fiscal de la curia, don Eugenio, tiene 83 años, elevada inteligencia -por esto el obispo no lo jubila- y escasa estatura. En círculos eclesiásticos se le conoce como el Inspector de Zócalos. Y a su misión de fiscal va ligada la de defensor del vínculo matrimonial. Dice don Eugenio que aún mantienen los canónigos las prerrogativas de honor, pero el nuevo Código Canónico se carga al canónigo como un lujo de la vieja y acaudalada Europa. "Vamos a menos, aunque nuestro ius quaesitum (derecho adquirido) nos mantiene como dignidades, que es lo que somos en la Santa Madre Iglesia Universal".

Tampoco le sobra dinero al fiscal. Viene a sacarse 60.000 pesetas al mes. Tiene dos sotanas, dos sombreros de teja y una prima de 78 años, con la que vive bajo el mismo techo. Tiene piso propio en la Gran Vía y una tesis sobre los autos de Calderón. De los 13 hermanos que eran, murieron 11 siendo niños. Y los dos que quedaron se hicieron clérigos. "Ahora me llega a mí el turno de decir adiós a la vida".

En la vida no ven la televisión, ,esa gorrinada que la enchufas y en seguida tienes que cortar". Pero don Eugenio come de todo: fabada, mariscos, paella. Y fuma rubio (12 pitillos al día), aunque sin tragarse el humo. El humo no es incienso.

Auténtico pavor dentro de su clase es don Lamberto, catedrático de Canónico en la Civil. Lleva gemelos de oro, pluma de oro, reloj de oro, cadena de oro y hasta tres dientes totalmente de oro. Pero reconoce que la tradición de su casta era la opulencia, y hoy "nuestra realidad es de miseria". Según va el turismo, va la canongía. O sea, oficio inestable, a expensas de la fluctuante divisa. "El nuevo código habla sibilinamente de estimular y organizar la presencia del canónigo en el coro, sin suprimir el sistema de multarle cuando se ausenta. Pero hoy ya no tenemos el cargo de veedor de mulas, el encargado de elegir mulas dignas para el cargo de arrastrarnos".

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