En resumidas cuentas,
el ministro de Asuntos Exteriores no es un ministro; a lo sumo es el ministro-estera del PSOE, que, gracias a su particular falta de atractivo, desempeña a la perfección. EL PAIS, según parece, ha decidido, en función de unas declaraciones no menos desentonadas que las que acostumbra Guerra, o simplemente las mutuas contestaciones acerca de los 800.000 puestos de trabajo o de la misma OTAN que se realizan miembros del propio Gobierno, glosar de forma absolutamente inverosímil las desventuras de este buen señor, dando lugar a una perfecta muestra de género amarillo absolutamente insospechada en este diario.Así, a pesar de la cortina de humo-Morán desplegada, muchos demócratas, amantes de la verdad, la paz, los derechos humanos, etcétera, a falta de alternativas auténticas, no nos queda más remedió que seguir informándonos (?) con EL PAIS y viéndonos representados (?) con el PSOE. .
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