Boyer aplaza su viaje a Bruselas para negociar los aspectos monetarios de la integración
A pesar de las múltiples cuestiones que todavía quedan por concretar, es evidente que estamos en el punto de no retorno de estas largas, complejas y, a menudo, aburridas negociaciones. Una prueba de ello lo demuestra que el propio ministro de Economía y Hacienda, Miguel Boyer, tenía previsto entrar, por primera vez, directamente en la arena de la negociación comunitaria. Hasta este fin de semana tenía reservados en su agenda los próximos días 6 y 7 de septiembre para viajar a Bruselas -tan sólo horas después de la sesión de mañana- para ultimar detalles sobre las cuestiones monetarias y económicas que aún debe concretar nuestro país.La visita del titular de Economía debía concretar con los representantes comunitarios las modalidades de integración de la divisa española en el Sistema Monetario Europeo -el mecanísmo de apoyo a las divisas de los países miembros-, así como la participación de la peseta en la Unidad de Cuenta Europea, la inmaterial moneda comunitaria en la que están incluidas las de los diez, a excepión de la libra esterlina y del dracma griego. Boyer, como responsable del área económica, y para apoyar la estrategia de los negociadores de la Secretaría de Estado para las Relaciones con la CEE, debería haber abordado en esa reunión, presumiblemente, las cuestiones ligadas a la aportación española a las arcas comunitarias en virtud de los derechos arancelarios percibidos por importaciones, los derivados de las ayudas a las exportaciones, la cuantía de los montantes compensatorios implícitos a la adhesión.
Los puntos calientes
Sin embargo, la entrevista ha sido finalmente aplazada por la falta de coincidencia en las fechas previstas para el encuentro que debía mantener con el presidente de la Comisión Europea, Gasthon Thorn, con el propio Natali, así como con los actuales responsables de los asuntos económico-financieros de la CEE.
El tiempo, de nuevo, puede ser un aliado a favor o en contra de deterininadas posiciones, y en los ambientes negociadores parece estar claro que, en caso de no concretar definitivamente las posiciónes en los dos princiapeles puntos calientes de la negociaciones -pesca y agricultura, más vino y aceite de oliva, que tieneriper se entidad propia-, el componente político va a tener un peso decisivo para que los estados miembros y España lleguen pronto a un punto de encuentro. "Un viaje de Felipe consigue en horas mucho más que jornadas enteras de discusiones sobre el precio de las sardinas o las toneladas de melocotones", señalaba gráficamente uno de los más significativo; representantes españoles.
Sin embargo, y salvo que ese empujón político se produzca -sigue sin confinnarse si definitivamente el presidente González realizará su anunciada gira por países comunitarios para remachar deinitivamente nuestra entrada- las divergencias en determinadas cuestiones clave mantenidas por algunos miembros, y la propia burocaracia comunitaria, no van a favorecer, precisamente el rápido fin de las negociaciones.
El capítulo del vino, por ejemplo, apenas si se ha abordado, con Francia preparando el terreno para salvaguardar los intereses de sus viticultores. Algo similar ocurre con la pesca, donde las posiciones galas también parecen haberse endurecido de nuevo, y con pocos visos de que sea presentada la respuesta.en alguna de las dos sesiones posteriores de negociación.
Un dato anecdótico de que las cosas de palacio van despacio es que en la dirección general de pesca de la CEE continúa colgado el cartelito de cerrado por vacaciones hasta el próximo día 15.
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