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La disolución de Solidaridad es casi total al cumplirse cuatro años de los acuerdos de Gdansk

El cuarto aniversario de la firma de los acuerdos de Gdansk, que dieron origen al primer sindicato independiente en un país del llamado socialismo real, transcurrió sin incidentes ayer en Polonia, donde cada vez se hace más patente que Solidaridad, el sindicato prohibido, ha perdido casi por completo su fuerza organizada.

La víspera del aniversario llegó a los periodistas occidentales acreditados en Varsovia un texto, enviado desde la clandestinidad por uno de los miembros de la Comisión Coordinadora Nacional (TKK), Zbigniew Bujak. El comunicado iba a ser leído a través de la emisora clandestina Radio Solidaridad, pero no pudo ser captado, y sólo a través de las emisoras extranjeras de onda corta llegó a la población polaca.Bujak decía en su mensaje que Solidaridad no puede limitarse a "vivir en los corazones" de la gente, y apeló a fortalecer las estructuras sindicales en los centros de trabajo. El líder clandestino habló de "reconstruir Solidaridad en los centros de trabajo". Esta terminología deja entrever el reconocimiento de que el sindicato independiente, nacido hace cuatro años y luego prohibido, está hoy destruido. Esto no significa que no cuente con la simpatía del pueblo polaco, pero la fuerza como protesta organizada ha desaparecido.

Un exponente de esta confusión son las acciones aisladas y carentes de coordinación, como la de un dirigente sindical de Silesia, Kazimierz Switon, que ayer anunció en Katowice que se ha declarado en huelga de hambre para exigir que el Gobierno reconozca la existencia de unos "sindicatos católicos". Switon se manifiesta en una carta a varios organismos oficiales como "portavoz de la idea de que en el pluralismo sindical sea tomada en cuenta la corriente católica basada en los principios evangélicos y apolíticos". Esta iniciativa de Bujak parece aislada, sin apoyo de la jerarquía católica, que no desea unos sindicatos confesionales.

El premio Nobel de la Paz Lech Walesa, firmante cuatro años atrás de los acuerdos con el Gobierno polaco, acudió a trabajar al astillero Lenin. A la salida, pasadas las dos de la tarde, Walesa se dirigió con un ramo de flores al monumento a los muertos de la matanza de diciembre de 1970, que está situado ante la puerta principal del astillero. Unos centenares de personas rodearon y acompañaron a Walesa, que no fue molestado por la abundante policía que patrullaba por los alrededores. Los reunidos cantaron el himno nacional y levantaron los dedos de la mano con el signo de la victoria. Walesa no leyó el texto que había difundido días atrás con el discurso que pensaba pronunciar en esta ocasión. El líder del sindicato prohibido apeló a los presentes para que mantuviesen la calma y se dispersaran sin incidentes. Después, Walesa pidió que se reuniesen en el mismo lugar el próximo 16 de diciembre, aniversario de la matanza de 1970. La policía no intervino.

Para última hora de ayer estaban convocadas misas en muchas ciudades de Polonia para conmemorar el aniversario de los acuerdos de Gdansk. No había noticias de incidentes graves.

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