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Un nuevo mapa político para el Magreb

La posibilidad de una acción militar conjunta contra España

El tratado de unión de Estados libio-marroquí, ratíficado ayer en Marruecos y Libia, implíca, objetivamente, y al menos como hipótesis teórica de trabajo, la posibilidad de la actualización del conflicto -siempre latente y nunca reconocido oficialmente por el Gobierno español- de Marruecos con España a propósito de Ceuta y Melilla.Al margen de las interpretaciones tranquilizadoras del Gobierno español, y de la irritación marroquí por lo que consideran una lectura excesivamente negativa de los aspectos militares del tratado hecha por la Prensa española, resulta incuestionable que el artículo 12, que estipula la necesidad de ayuda mutua militar para Marruecos y Libia, en caso de agresión de terceros países, sugiere la posibilidad de una respuesta militar común a esa eventual y teórica confrontación.

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El artículo 12, que no es un acuerdo en sí mismo, sino que necesita aún ser traducido en convenciones concretas de defensa mutua y seguridad común, sería de plena aplicación para Libia en la eventualidad de ese enfrentamiento hispano-marroquí por Ceuta y Melilla. El hecho de que el Gobierno español minimice esa reivindicación marroquí no la elimina ni le resta importancia.

Conviene, sin embargo, precisar que esa posibilidad de conflicto siempre ha existido desde que Marruecos reclama para sí la soberanía de esas ciudades españolas. Lo que cambia con el tratado libio-marroquí es que otro Estado del Magreb se vería directa y automáticamente envuelto en él con todo su potencial militar. Aunque todos los países magrebíes se han solidarizado en el pasado con Marruecos a este respecto de Ceuta y Melilla, ninguno tenía hasta ahora la obligación de entrar en guerra a su lado.

La posición del rey Hassan II con respecto a Ceuta y Melilla no queda modificada ni condicionada por el tratado de unión con Libia. En principio, para el monarca marroquí el.problema de Ceuta y Melilla debe encontrar una solución paralela al de España con el Reino Unido a propósito de Gibraltar.

Ésta no es la postura del nacionalismo marroquí, que en los últimos años parece sentir mayor urgencia en su reivindicación, por considerarla una vez concluido el contencioso entre España y Marruecos a propósito del Sáhara- como la última controversia pendiente entre Madrid y Rabat por cuestiones territoriales.

De todas maneras, la capacidad de acción y decisión en su país del rey Hassan II es hoy mayor que nunca, mientras que la influencia de la oposición oficial es la más débil de toda la historia del Marruecos independiente. La forma en que Marruecos abordará este asunto con España, cuando decida hacerlo, depende, en un futuro previsible, fundamentalmente, de la postura y concepción del problema que tenga el rey Hassan Il.

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