_
_
_
_
Tribuna:El español desnudo / 6
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Finisterrae

El mares el acordeón del mundo. Miradores de La Coruña, que escuchan el mar vuelto luz. Hay dos hoteles importantes: Atlántico y Finisterre. En uno saludo al viejo compa Mariano Tudela, gallego de por siempre, y en el otro a Pilar Miró y Mario Camus. Almorzamos con las fuerzas vivas. Desde mi habitación puedo ver las instalaciones deportivas de la ciudad: aquí, el español desnudo, siempre joven, juega a todos los juegos, se baña en la piscina, vivie en meyba y las señoritas parecen como muy propicias al bañador completo, preferentemente rojo y con forma, o sea que se ciñe a las caderas y los senos, modelando, un poco, la mujer / salchichón. La gallega ya sabemos que es de una belleza generosa, a veces un poco derramada, y le van mejor estas contenciones que a la sueca de Marbella.En Galicia, precisamente, ha tenido lugar la guerra civil del des nudismo, este verano, pero uno no tiene tiempo ni lujuria -ni imaginación ya siquiera- para andar las preciosas rías de Galicia, ni el delirio de las Cíes, a la busca de la bella desnuda y encontrada. Discutir el sexo de la mujer o el hombre desnudos es algo que pertenece, casi, a una teología tercermundista. Por los sures tórridos que uno ha frecuentado, recalentados de dólar, eso ya ni se cuestiona. Galicia es una siesta de día que ha salido soleado y con soñarra. Duermo esa siesta en el hotel, al costado de los versos de Leopardi en versión de Antonio Colinas: mármol neoclásico y primeros laureles románticos, crispados ya como violetas.

Es ese típico día en que los veraneantes, con el optimismo de la vacación, deciden echarse a la mar para hacer remo. El gallego socarrón, el coruñés de La saga / fuga, les ve partir y se queda en los cafés, bajó el toldo que hay frente al gran toldo del mar. Al cabo de dos horas, la Naval (como diría Quevedo) de remeros, excursionistas y veraneantes, que no sabe dónde empieza el Cantábrico, y termina el Atlántico, vuelve maltrecha, si no con algún muerto (o sin él, ay). Los coruñeses han advertido al personal forastero, samaritanos como son, pero nada puede con el optimismo épico y burocrático de un veraneante.

En todo el Norte, pues, los días de sol son los más peligrosos, por el miedo que albergan en su panza de luz, de modo que, noblemente advertido por mis viejos amigos coruñeses, y llegado a la capital en día de sol, decido meterme en cama (este suprimirle el artículo a la cama está muy en la sintaxis galaica) y pasar de todo. Es, precisamente, lo que le dice luego un mozo a una moza, estando yo con un conocimiento que fuera del PSP de Tierno en tabernón de empanada jugosa y vino ligero (que hasta pedimos la receta, y la dueña nos la dio generosamente: a ver si una de mis santas sabe hacerme la empanada). Digo que había corro de mozos y mozas, y como ella dijera:

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

-¿No le has conocido? Es Umbral.

-Claro que le conocí, pero yo. es que paso de todo, tía.

Pasar de mí, mozo, es pasar de bien poco. La utilización del pretérito imperfecto, casi abusiva, es general en todo gallego, incluidos escritores tan célebres como Torrente o Cela. Estamos, maestro Lázaro, en una impropiedad, sí, pero considera el valor poético de ese tiempo verbal e indefinido que distancia las cosas, lirificándolas, porque el gallego es lírico o no es nada. Tierra tan de latines y divinas palabras. Ahora que digo "divinas palabras", únicamente Valle se salva del pretérito imperfecto. Pero es que Valle se salva del tiempo y del espacio, de las lenguas y las leguas. Dormida la siesta precautoria, que me libra de embarque ingenuo hacia el galernazo (uno descubre con melancolía que tiene viajado en esta vida más de lo que parece, aunque uno sea hombre ancorado a ciudades muy concretas y ciertas), me voy al Ayuntamiento, tan preciosísimo, que allí está Tierno Galván, viejo compa del cronista o coronista, echando su pregón para las fiestas. Los altavoces le modifican un poco la: voz, pero el estilo es inconfundible: ilustrado e irónico:

"Bien está la fiesta del ruido, coruñeses, pero intentad la fiesta de la inteligencia".

Subo a lo alto del edificio consistorial, bello, con ese raro "bizantinismo" galaico (Galicia también es una frontera, como Bizancio, entre Oriente y Occidente), y me siento en una gran sala a. esperar que Tierno termine su pregón desde la balconada. Mientras tanto, firmo a algunas muchachas folklóricas en la pandereta, porque me lo piden, y a otras en la liga o el cordón de su corpiño, casi sin que me lo pidan.

Terminado el pregón, saludo a Tierno y nos sentamos en el despacho del alcalde, bajo el planetario abrumador de las televisiones (ahora, esta. palabra ya puede decirse en plural).

-Tierno, eso que estamos oyendo ahí abajo, en la plaza, ¿son músicas celtas?

-Son músicas celtas.

-El parentesco de Galicia con Irlanda, por ejemplo ¿es algo más que una fantasía de Cunqueiro?

-Todo esto de la gran familia celta es algo más producido que heredado. Tiene más belleza que certidumbre.

-Tierno, le han dado a usted las llaves de la ciudad. ¿Cuántas llaves de ciudades tiene usted ya?

-No puedo ni contarlas, Umbral, pero lo que me desasosiega siempre, de las llaves de ciudades, empezando por las de Madrid, es que son llaves que no abren nada. ¿Dónde está la puerta que abre esta llave? En ninguna parte.

El talento ilustrado y racionalista de Tierno le lleva a buscar la otra mitad funcional, dialéctica -tesis / antítesis- de la llave, de la clave, de lo que sea. Luego le proponen ir hasta el, lugar de la cena dando un paseo o en coche.

-Vayamos caminando; -a mí me place caminar.

Y veo a distancia su cortejo, la humildad ladeada de su poderosa cabeza, esa fórmula que ha encontrado para pasar de la reconcentración intelectual al protocolo cultural y, luego, al saludo y el abrazo general.

Mario Camus, que es como la repetición dulce y exacta de Carlos Saura, físicamente, e incluso en la manera de hablar, está preparando un documental sobre baloncesto, de modo que se levanta de madrugada para ver los partidos de Los Ángeles por- la tele. También prepara un documental sobre Madrid que le han encargado los italianos, para tina serie sobre las grandes ciudades del mundo.

-Hasta ahora, el que más me ha gustado es el de Milán-, muy sobrio y muy bien.

Recuerdo que este documental se lo habían encargado los italianos, primeramente, a Luis Berlanga, pero parece que no estuvo claro lo del dinero, y Luis desistió. Mario Camus vive aún en el aura de la gloria de Los santos inocentes, que ha sido tina cosa muy fuerte. Lara / Planeta ha decidido hacer publicidad del libro de Delibes mediante Landa y Rabal, por televisión, a la sombra luminosa de la película. Quedamos en que apenas hay actualmente en España escritores que hagan el argumento exacto, centrado, cuadraturado, como Miguel Delibes. Eso ya es un guión de cine y por eso se lleva tanto al cine a MD, aparte la enorme y delicada emoción de sus historias, tan generales y tan personales.

Pilar Miró, en esto de la "Menéndez Pelayo", con las ideas tan claras como siempre, llena de ese sentido práctico de la realidad que sólo tiene la mujer, y que a uno le admira tanto como le decepciona, pues que uno, machista de siglos, creía y cree en la mujer como criatura errática y desnuda. Yo, cuando me toca intervenir, juego un poco con, el público, como juego conmigo mismo, porque nos divirtamos todos, y porque no creo, como los antiguos clérigos / cerbatana de Padre y Señor Don Francisco de Quevedo y Villegas, que la letra con sangre entre, sino más bien con, ironía, amor, humor y juego. Me lo decían los yanquis, en Pontevedra, el año pasado, tras mi conferencia sobre Valle-Inclán:

-Ha sido maravilloso,, pero usted juega, usted juega.

Si los americanos aprendiesen a jugar, no tendrían el huerto planetario sembrado de cabezas atómicas, y, de paso, sabrían más literatura que las de sus fichas y ficheros. A ficha sólo es reducible Azorín, por lineal, y Fernández de la Mora, que en sí mismo es un fichero. "Usted juega, usted juega". ¿Acaso no jugaba Valle, objeto de mi juego? En esta tertulia literaria y nocturna de la que he sido pivote involuntario, encuentro a Francisco Pillado, uno de mis grandes maestros en el periodismo, director que fuera de La Voz de Galicia en años franquistas y difíciles, cuando me publicaba una columna diaria en aquel periódico, y me llevaba con frecuencia a dar charlas a la ciudad. Pillado, irónico y lúcido, celta -¿celta?-de ojos claros, lector de anchas y actualísimas lecturas, fue depurado de algo, de todo, por alguien, por todos, y lleva unos años viviendo en soledad, con sus pocos y buenos libros juntos, leyendo con sus ojos acuosos a los muertos, en perpetua conversación con los difuntos. Me trae un libro mío para que se lo firme y nos damos un fuerte, sincero y casi violento abrazo. Uno le quiere a Paco Pillado. "Aquí ando, ya ves, con unos problemas de riego cerebral, más los problemas de garganta de siempre, Umbral, ya sabes". Es elegante quien resume elegantemente sus enfermedades. Desde aquí le pido a Pillado que me escriba y me cuente. Coruña tiene en él a uno. de sus hombres más lúcidos y libres. Pero lo tiene olvidado. Vale la pena salir por el mundo a la busca del español desnudo, siquiera sea por encontrarse con este español -o gallego, o lo que sea-, desnudo ya de poder y de vanidad, en su Finisterrae abierto. y azotado, enfermo y solo, creyendo virilmente en los libros y en la libertad. Es lo que me ha dicho toda la vida:

-Desengáñate, Umbral, después de los treinta nadie ha echado un polvo. Todo lo que te cuenten es imaginación.

Mario Camus me lo dice de vuelta al hotel:

-Qué gran actor eres. Yo sé cómo eres de verdad, me parece conocerte un poco, pero tu entrada y tu salida han sido espectaculares.

Y Pilar Miró:

-Tienes dos cosas a favor: la presencia y la voz. Pero no creo nada de lo que has dicho.

Coruña, capital que se alzó con la grímpola cenetista hace muchos años, pergeña actualmente un Ateneo republicano que me invitan ya a inaugurar. En los bares de la ciudad dan el whisky con poca gracia. En los restaurantes cultos de la ciudad hay muchos cuadros de Abelenda, mi entrañable Abelenda, que primero admiré en La Codorniz y luego abracé personalmente como amigo. Gracias a Abelenda, Coruña reflorece de sirenas irónicas y bellísimas, abrazadas a cejijuntos lobos de mar. El cóctel de champán lo hacen con poco drambuy. Les explico que necesita más drambuy.

En este Finisterre puede encontrarse, mejor que en parte alguna, al español desnudo, al hombre esquinado y de esquinazo, que incluso duda si ser español. Los genios de Galicia sonmágicos, antes que dialécticos: Rosalía, Risco, Cunqueiro, mi querido Rof Carballo. Y tantos. Fabulan como el mono desnudo, antes que razonar como Hegel. Hoy, de vuelta de Hegel, cuando la imaginación ha llegado al poder cultural del mundo, según grito de mayo / 68, la trinidad Cunqueiro / Torrente/ Cela nos da lo más rico y desnudo, al mismo tiempo, de la cultura española. Un sol como dominical se enseña en Coruña y los veraneantes se hacen a la mar. Quedo en un café bajo los miradores de la ciudad, por ver volver a los que vuelvan.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_