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Indira Gandhi, sola contra todos

La primera ministra india, acosada por la oposición, podría adelantar las elecciones

Un ex actor de cine que aún convalece de una operación a corazón abierto; su propia nuera, y el fantasma de un líder religioso radical son tres de los principales enemigos a los que deberá hacer frente Indira Gandhi, primera ministra de la India, de aquí a las próximas elecciones generales, que probablemente se adelantarán a noviembre de este año.Rama Rao, ex primer ministro del Estado meridional de Andhra Pradesh, desafía al Gobierno central de Nueva Delhi, que le destituyó hace 10 días. Maneka Gandhi, viuda del hijo predilecto de Indirá, Sanjay, hace campaña con la oposición en contra de su suegra, y los extremistas de la religión sij continúan sus protestas evocando el recuerdo del mártir Sant Jarnail Singh Bindranwale, muerto el pasado mes de junio en el asalto por tropas gubernamentales del Templo Dorado de Amritsar, la ciudad sagrada de los sijs.

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En su dilatado ejercicio del poder, Indira Gandhi y su Partido del Congreso (1) han pasado por crisis muy graves, que con frecuencia han superado con mano dura, como durante la Emergencia de 1975, en los sangrientos disturbios de Assam del año pasado y en el citado asalto del santuario sij. Sólo en las elecciones de 1977, Indira perdió el poder y fue posteriormente encarcelada, para triunfar de nuevo en los comicios de 1980. Ahora, la primera ministra ha comenzado aparentemente a mover sus peones para evitar una derrota en las urnas, mientras que la oposición al Partido del Congreso (1) intenta unirse y hacer un frente común a la emperatriz en las elecciones para el Lokh Sabah o Cámara baja federal que deben celebrarse a finales de año, sin que se haya anunciado aún la fecha exacta.

Durante la actual legislatura, la señora Gandhi gozó de una cómoda mayoría parlamentaria, al contar su partido con 348 de los 544 escaños del Lokh Sabah. Sin embargo, en las últimas elecciones parciales, el Partido del Congreso (1) fue derrotado en los Estados de Andhra Pradesh, Karnataka y Tripura. Una serie de grupos políticos regionales, con reivindicaciones lingüísticas y de mayor autonomía estatal frente a Nueva Delhi, han conseguido importantes resultados electorales, en detrimento de los partidos panindios, que tradicionalmente han olvidado este tipo de demandas locales.

Dos ceses conflictivos

El cese del primer ministro del Estado de Jammu-Cachemira, Farooq Abdullah, un importante: adversario de Indira Gandhi, su sustitución por Ghulam Mohamed Shah, partidario de la primera ministra, provocó violentos incidentes y acusaciones por parte de la oposición de que Indira estaba ya preparando las próximas elecciones legislativas, mediante el sistema de colocar a sus leales al frente de los Estados donde parece más difícil la victoria del Partido del Congreso (1).

Esta teoría siguió confirmándose el pasado día 16, cuando el primer ministro de Andhra Pradesh, Rama Rao, un popular actor cinematográfico que cambió el plató por la política, fue cesado por el gobernador estatal con el pretexto de que su partido, el Telugu Desam, había perdido la mayoría en el Parlamento local a causa de la deserción de algunos de sus diputados. El escándalo consiguiente provocó mani1staciones de protestas y disturbios en los que murieron más de 25 personas y otras 300 resultaron heridas.

Rama Rao, que estaba aún convaleciente de una delicada operación de corazón en Estados Unidos, decidió dar la batalla y marchar sobre Nueva Delhi acompañado de los 162 diputados de su partido que le son fieles y que le dan la mayoría en el Parlamento estatal. Indira Gandhi negó haber intervenido en la destitución de Rama Rao, pero no pudo evitar un violento debate en el congreso federal durante el que los miembros, de la oposición la llamaron a gritos mentirosa" en repetidas ocasiones.

La marcha de los diputados del Telugu Desam sobre Nueva Deihi se retrasó considerablemente debido a una amenaza de bomba contra el tren que los iba transportar a la capital. Curiosamente, el avión en el que iba a viajar Rama Rao se retrasó también a causa de otra amenaza anónima. La manifestación que iba a celebrarse a mediados de esta semana en Nueva Delhi fue prohibida por la policía, porque "podría entorpecer el tráfico en las horas punta". Rama Rao consiguió finalmente entrevistarse con el presidente de la India, Zail Singh, pero hasta ahora no ha logrado ser repuesto en su cargo, aunque el gobernador de Andhra Pradesh, Ram Lal, responsable directo de su ' destitución, dimitió el pasado viernes.

Diversos partidos de la oposición se han solidarizado con el primer ministro estatal destituido, y una jornada de protesta contra el autoritarismo de Indira Gandhi estaba anunciada para ayer, sábado, en todo el país. De cara a las elecciones, grupos como el Lok Dal y el partido Janata han formado ya una alianza, a la que podrían sumarse los pequeños partidos del Frente Unido e incluso el conservador hindú Bharatiya Janata Party (BJP). Esta coalición electoral se considera imprescindible para derrotar a Indira Gandhi, quien no sólo pretende continuar en el poder, sino crear una especie de dinastía.

Después de que su hijo predilecto, Sanjay, muriera en accidente, Indira Gandhi ha lanzado a la arena política a su otro hijo, Rajiv, que el año pasado fue nombrado ya secretario general del Partido

Indira Ghandi, sola contra todos

del Congreso (I) y que, según todos los indicios, pretende sucederla como primer ministro en el futuro.Un problema, tanto para la carrera política de Rajiv como para la propia Indira Gandhi, lo representa la viuda de Sanjay, Maneka Gandhi, que fue prácticamente expulsada de la familia al poco de morir su marido. Maneka ha prometido vengarse de su poderosa suegra y ha creado un partido político que se llama como su marido, el Rashtriya Sanjay Vichar Manch. Aunque la fuerza del partido es modesta, la figura de Maneka Gandhi y el recuerdo de Sanjay, quien, pese a las acusaciones de corrupción de que fue objeto, gozaba de amplia popularidad en algunas zonas del país, pueden ser útiles a la coalición electoral de oposición.

El conflicto de Punjab

Además de los problemas secesionistas en Assan, Jammu-Cachemira y otros Estados que ensangrientan periódicamente la India, y de los enfrentamíentos religiosos, como los muy graves registrados este año entre hindúes y musulmanes en Bombay, Indira Gandhi tiene que hacer frente al conflicto de Punjab, el granero del país, poblado en su mayoría por fieles de la religión sij.

El sangriento asalto al Templo Dorado de Amritsar, donde se habían fortificado extremistas sijs partidarios de la creación de un Estado independiente, el Jalistán, apaciguó momentáneamente la revuelta, pero, al violar su recinto más sagrado, Indira Gandhi se ha ganado la enemistad de la mayoría de los 12 millones de sijs, un 2% de la población de la India, pero con gran influencia en el Ejército, el comercio y los transportes.

El líder religioso radical Sant Jarnail Singh Bindranwale, quien había predicado la "guerra santa" contra el Gobierno de Nueva Delhi, murió en el asalto y es considerado ahora un mártir por muchos fieles de esta religión sincrética entre el budismo y el hinduismo. Ya corre el rumor de que no ha muerto, de que se le ha visto en este sitio o el otro, y sus ideas extremistas se predican en un Punjab bajo el estado de sitio y ocupado por numerosos soldados del Gobierno federal.

Con todos estos y otros muchos problemas, algunos observadores políticos dan por seguro que Indira Gandhi adelantará las elecciones, probablemente a mediados de noviembre, en un intento de no perder más terreno y de dificultar la alianza de la oposición.

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