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Un general argentino asume por escrito su responsabilidad en la 'guerra sucia'

El general Luciano Benjamín Menéndez, que en la madrugada del miércoles intentó acuchillar a un manifestante a la salida de un estudio de televisión de Buenos Aires, se presentó espontáneamente a mediodía de ayer ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas y asumió por escrito su responsabilidad en la llamada guerra sucia contra la subversión.Mientras los programas informativos de las emisoras comentaban el incidente y recibían cientos de llamadas de oyentes indignados, Meriéndez le anticipó por teléfono al brigadier Luis María Fages, presidente del Tribunal Militar, que presentaría un documento al Consejo Supremo.

En el escrito, que lleva su firma al pie, Menéndez se hace cargo de las denuncias por las que se acusa a los oficiales que estuvieron a su mando en el campo de concentración conocido como La Perla, ubicado fuera de la ciudad de Córdoba. En su testimonio, Menéndez aclara que "el éxito de la guerra contra la subversión" no le pertenece sólo a él, sino a todos los que participaron en la lucha.

El tribunal registró la entrada de la nota, pero hasta ayer por la tarde no había decidido citar al general ni ordenar su detención. Acosado por los periodistas cuando salía del lugar rodeado por su custodia en un automóvil marca Ford y modelo Falcon, del tipo en que se movilizan las fuerzas parapoliciales, Menéndez declaró que estaba allí "porque hay oficiales detenidos que fueron mis subordinados y el comandante tiene que correr la suerte de ellos".

Los jóvenes detenidos por la Guardia de Infantería, un cuerpo especial de la policía, después de los incidentes ocurridos a la salida del estudio de televisión, fueron brutalmente apaleados y amenazados. Los agentes les gritaban que la próxima vez los fusilarían y los echarían al Río de la Plata emparedados en cemento, método muy utilizado en tiempos de la represión. Uno de ellos llegó a decirles que matarían a todo aquel que insulte a "nuestro héroe", en directa alusión a Menéndez.

Repudio generalizado

Todos los sectores sociales y políticos repudiaron la acción de Menéndez, con excepción del dirigente peronista Herminio Iglesias, quien justificó el ataque contestando a la pregunta con otra pregunta: "¿Qué tiene que hacer una persona si 200 señores intentan atacarle? ¿Dejarse matar?". Esa misma noche Iglesias había golpeado al doctor Eduardo Setti, economista de su partido, durante una reunión del Consejo Nacional del peronismo. Setti le acusó de "fascista". Iglesias reaccionó con un puñetazo que le hizo sangrar la nariz a Setti, y éste, sorprendido, sólo atinó a golpearlo con una silla.Raúl Galván, subsecretario de Interior, no pudo explicar por qué la policía había detenido sólo a los manifestantes y no al general Menéndez. No hubo otras reacciones oficiales. El Gobierno en pleno se preocupó ayer por anudar los acuerdos con los legisladores provinciales que finalmente les permitieron alcanzar la mayoría necesaria en el Senado para declarar constitticional el referéndum sobre el conflicto del canal de Beagle.

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