El Papa afirma que la Iglesia es solidaria con los pobres, y rechaza la lucha de clases
Juan Pablo II afirmó ayer que la Iglesia católica es solidaria con los pobres y las víctimas de las injusticias sociales o económicas, pero que la expresión concreta de esta solidaridad no puede estar dictada por un análisis fundado en la lucha de clases. Esta advertencia, realizada en un mensaje dirigido a los obispos del África austral, se produce poco después de que el Vaticano convocase al teólogo brasileño Leonardo Boff para septiembre próximo, a fin de que explique a la Congregación para la Doctrina de la Fe sus escritos sobre la teología de la liberación. La llamada del Vaticano a Boff ha situado a la Iglesia brasileña progresista en situación delicada.
El mensaje de Juan Pablo II a los obispos del África austral, reunidos para tratar sobre "la misión profética de la Iglesia y su enseñanza social en la región del África austral", significa una nueva toma de posición del Vaticano sobre la acción social eclesiástica. Para el Papa, la solidaridad de la Iglesia con los pobres y las víctimas de leyes o estructuras injustas es incuestionable, "pero las formas mediante las que se lleva a la práctica esta solidaridad no pueden ser dictadas", añade Juan Pablo II, "por un análisis fundado en la división ni en la lucha de clases".El Papa destaca que "la tarea de la Iglesia consiste en llamar a todos los hombres y mujeres a la conversión y la reconciliación, al margen de unos u otros grupos y sin tomar posición contra nadie. Toda forma de ministerio o de servicio en la Iglesia debe ser una expresión del amor que se encuentra en el corazón de Jesús".
La Iglesia brasileña ampara a Boff
Esta toma, de posición del Vaticano ha reavivado la atención hacia el llamamiento a Leonardo Boff. La poderosa Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), que reúne al episcopado más numeroso del mundo, prefiere no pronunciarse sobre la ortodoxia de los escritos del padre Boff. Pero para los observadores está claro que el teólogo y profesor del seminario franciscano de Petrópolis (Río de Janeiro) dispone del amparo de los dirigentes de la Iglesia brasileña.La Iglesia brasileña entra periódicamente en conflicto con los gobernantes y debe hacer frente a los ataques virulentos de los católicos conservadores, que tienen en el diario Estado de São Paulo una tribuna permanente. En adelante, tendrá también que prepararse a responder de su acción ante las autoridades del Vaticano.
Jamás hasta ahora la acción de la Iglesia brasileña, especialmente su "opción preferente por los pobres", ha sido condenada por el Vaticano. En todo caso, se podría advertir contra el peligro de una "pérdida de identidad de la Iglesia" y llamadas a la "misión esencialmente religiosa de la Iglesia". Para los dirigentes del episcopado brasileño, las relaciones con el Vaticano son buenas. En unas recientes declaraciones, Helder Cámara, arzobispo de Recife, declaró: "La visita del papa Juan Pablo II a Brasil nos ha confirmado en nuestra línea pastoral".
Cámara añadió: "Nosotros colaboramos decididamente en el despertar de una presión moral liberadora, para hacer comprender la necesidad y la urgencia de cambiar las estructuras injustas que oprimen a más de dos tercios de nuestro pueblo en una acción vergonzosa, que está mal vista a nivel internacional. Trabajando con el pueblo ayudamos a hacer comprender las exigencias éticas y cristianas del bien común".
Las declaraciones de los obispos brasileños, la acción del clero en las regiones difíciles del norte del país, donde los conflictos de la tierra son numerosos, así como el trabajo de decenas de miles de comunidades eclesiásticas de base (CEB) están bajo la mirada de miles de católicos conservadores, quienes denuncian constantemente el "lobby marxista de la CNBB".
A lo largo de estos años, la Iglesia brasileña -que cuenta con 357 obispos y 12.800 sacerdotes, de los cuales 5.000 son extranjeros- ha sido perseguida por las autoridades brasileñas, que se sirven de la ley de Seguridad Nacional para acusar al clero de subversión, comunismo, incitación a la lucha de clases, y a ciertos sacerdotes, de manifestarse contra la justicia, militar.
El caso más reciente ha sido el de dos sacerdotes franceses, Arístide Camio y François Gouriou, perseguidos bajo la acusación de incitar a los campesinos a tender una emboscada a las fuerzas del orden. A pesar del apoyo del episcopado brasileño, los dos sacerdotes estuvieron prisioneros hasta este año.
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