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Los filipinos conmemorarán mañana el asesinato de Aquino con una gran mianifestación

El Ejército filipino ha sido puesto en estado de alerta máxima, ante la convocatoria de la manifestación que se celebrará mañana en conmemoración del primer aniversario del asesinato de Benigno Aquino. El Gobierno de Ferdinand Marcos no pudo evitar que el Tribunal Supremo de Filipinas permitiera la manifestación, que, según sus organizadores, reunirá a un millón de personas.

La concentración, que es el último de los actos programados en recuerdo del líder asesinado, fue en principio prohibida por la policía y por el alcalde de Manila, pero el Tribunal Supremo filipino no atendió estas prohibiciones y después de una votación entre sus miembros decidió autorizar el acto.El viernes, unas 200.000 personas se manifestaron en Manila en protesta por la excesiva lentitud de los trabajos de la comisión formada por el Gobierno para investigar la muerte de Aquino. El pasado sábado, centenares de personas, portando pancartas en las que se protestaba por la situación política y social del país, se reunieron ante la sede central de la policía. Los manifestantes, que cantaron canciones nacionalistas y profirieron gritos contra el Gobierno de Marcos, fueron seguidos por la policía a distancia, aunque no llegó a intervenir.

Aquino, de 50 años, fue asesinado el 21 de agosto del pasado año en el aeropuerto de Manila cuando descendía del avión en el que regresaba al país después de tres años de exilio voluntario en Estados Unidos. El presunto autor de los disparos, Rolando Galam, que fue abatido por la policía que custodiaba a Aquino, fue relacionado por las autoridades con grupos comunistas. El funeral de Aquino, al que asistieron más de dos millones de personas fue un acto multitudinario de protesta contra el régimen de Marcos.

Los dirigentes de la oposición filipina afirman que no dirige su política frontalmente contra Marcos, sino que, por el contrario, está orientada a la solución de los problemas del país y a una concienciación nacional sobre la situación la crisis. Agapito Aquino, uno de los hermanos del líder asesinado, declaró recientemente que "nosotros no queremos su sangre". Por contra, señaló: "Queremos que vuelvan la democracia y la libertad a nuestro país".

Después de un año de la muerte de Aquino, Filipinas conoce uno de los momentos de agitación política sin precedentes desde la instauración de la ley marcial en 1972. El propio Marcos se ha visto cuestionado por la oposición, encabezada por Agapito Aquino, mediante una dura batalla en el Parlamento Nacional y en la calle.

Sorpresa electoral

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Las elecciones celebradas el pasado 14 de mayo, las primeras después del levantamiento de la ley marcial en 1981, dieron la victoria a Marcos, pero la oposición logró 61 de los 183 escaños que estaban en juego. Estos resultados superaron las estimaciones que había realizado la oposición, y, según algunos de sus líderes, el éxito obtenido se debió al recuerdo de Aquino. Marcos, por su parte, dio poca importancia a los resultados y señaló que los grupos de oposición habían estado apoyados por el partido comunista. Por otra parte, la Iglesia católica ha criticado duramente al Gobierno de Manila tras la derrota electoral, y sobre todo después de la fuerte represión llevada a cabo por el mismo contra miembros de la Iglesia a los que acusa de colaborar con los comunistas.A esta inestabilidad social se suma una profunda crisis económica, con una deuda exterior de 26.000 millones de dólares (unos cuatro billones de pesetas), y una inflación anual que sobrepasa el 50%. El Gobierno ha intentado mejorar las expectativas económicas, que prevén un crecimiento cero para este año, con la limitación de las importaciones en los años próximos. El Gobierno espera la ayuda norteamericana y sobre todo el préstamo solicitado al Fondo Monetario Internacional por valor de 65 millones de dólares ( más de 8.500 millones de pesetas).

Otro de los grandes problemas con los que se enfrenta el dictador filipino es la oposición de los grupos musulmanes que operan en el sur del país. Según portavoces del Frente Nacional de Liberación Moro (FNLM), más de 300 personas han muerto a consecuencia de los ataques de los soldados de Manila contra algunas aldeas donde están instalados los insurgentes. El Ejército filipino, según estas fuentes, bombardea con helicópteros y artillería pesada las bases de los secesionistas. El FNLM está integrado por grupos musulmanes que luchan desde hace 10 años contra el régimen de Manila.

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