_
_
_
_

Presagios de 'otoño caliente' a causa de los problemas del Gobierno de Thatcher

Los turistas invaden las calles y museos de Londres como todos los meses de agosto, animados este año por una libra débil que hace la visita más llevadera. El mundo intelectual llora la pérdida del novelista J. B. Priestley. Los punks llenan todas las tardes y noches la mítica King's Road de Chelsea.

Sin embargo, los problemas siguen sacudiendo la escena política y presagian un otoño caliente. El problema del Ulster ha vuelto a primer plano tras los incidentes del pasado fin de semana, en los que un simpatizante del IRA, Sean Downes, murió a consecuencia de una bala de plástico disparada por la policía en una manifestación en apoyo del Ejército Republicano Irlandés.El caso tiene resonancias internacionales porque lo que provocó la violencia policial, condenada por amplios sectores del país y por la jerarquía católica irlandesa, fue la presencia en la manifestación de un abogado de Nueva York, Martin Galvin, director de publicidad de la organización norteamericana Noraid, que se encarga en Estados Unidos de la recaudación de fondos entre la población irlandesa americana para la ayuda al IRA.

El secretario de Estado para Irlanda del Norte, James Prior, que antes de los incidentes ya había anunciado su intención de dimitir, recomendó al secretario del Interior la prohibición de entrada en el Ulster de Galvin. La Prohibición fue desobedecida, y cuando la policía local descubrió a Galvin en la manifestación, intentó detenerle. La violencia empleada por la policía fue abrumadora, pero los simpatizantes republicanos consiguieron hacerle desaparecer.

El futuro de Prior

Prior ha aceptado la responsabilidad de los hechos "en su totalidad" para salvar a la policía local, el Royal Ulster Constabulary, considerado por los católicos como una fuerza represiva favorable a los protestantes. Pero los incidentes ponen de manifiesto que la única solución parcial al problema radica en la aceptación de una responsabilidad compartida para los asuntos de la provincia entre los Gobiernos de Londres y Dublín, tal y como se exponía en las conclusiones del foro irlandés publicadas este año. Solución que se excluye entre los duros del Gabinete conservador, entre los que se encuentra Margaret Thatcher.Será interesante observar si cuando se consume la dimisión de Prior Thatcher le ofrece un nuevo puesto en el Gobierno central o si, por el contrario, Prior, considerado como miembro del ala moderada o wet del partido, se pasa a las filas antithatcheristas encabezadas por el antiguo secretario del Foreign Office, Francis Pym, y en las que se encuentran figuras tan importantes comer el ex primer ministro Edward Heath, Norman St. John-Stevas y Peter Walker.

Entre tanto, la dama de hierro medita en su residencia veraniega los pasos a dar en la reanudación del curso político del otoño. Todo hace pensar en una remodelación gubernamental que vuelva a poner la iniciativa en manos de la Administración, que ha bajado tres puntos en aceptación popular en un mes. Según una encuesta Gallup publicada por el conservador Daily Telegraph, los laboristas cuentan con un 39% de aceptación frente a un 36% de los conservadores, aunque el líder laborista Neil Kinnock no provoca excesivo entusiasmo en la opinión, ya que sólo un 37% de los encuestados piensa que es el líder adecuado para su partido, frente al 44% que piensa lo contrario.

Como escribía recientemente una revista norteamericana, Thatcher da la impresión de que no sabe cómo administrar su victoria, como le ocurriera a otro primer ministro conservador, Harold Macmillan, tras su espectacular triunfo de 1961.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_