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Crítica:FLAMENCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La Puebla, cante en la cumbre

La Puebla de Cazalla acreditó una vez más que cada año organiza uno de los festivales flamencos más exigentes y de mayor nivel artístico de los que se vienen dando en Andalucía. El de este año fue realmente excepcional.En general oímos un cante muy bueno, acompañado por tres guitarras gitanas tan ricas de inspiración dentro de su diversidad de estilos como las de Enrique de Melchor, Juan Habichuela y Pedro Peña. Guitarras idóneas para el cante, para el ejercicio y la conducción de ese diálogo con la voz.

Y si hablamos de voces, hay que descubrirse. Lamento que la amplia nómina de cantaores me impida dedicar a cada uno el espacio que merecería. Sólo, pues algunas ideas, aquello que me impresionó de manera más terminante. Rafael Romero, en su línea habitual de magisterio fiel a las raíces, con la caña y la siguiriya del Planeta, en primer término. Chaquetón, en su enorme malagueña del Mellizo, una brillante serie por alegrías, y la soleá de Cádiz, que quizá el público no apreció en todo su valor.

XVI reunión de arte 'jondo'

Cante: Rafael Romero, Chaquetón, José Menese, Diego Clavel, Mono de Jerez, Miguel Vargas, Fernanda y Bernarda de Utrera, José de la Tomás. Baile: Familia Fernández. Toque: Enrique de Melchor, Juan Carmona (Habichuela), Pedro Peña. Presentador. Antonio Moreno. La Puebla de Cazalla (Sevilla), 10 de agosto de 1984.

José Menese, en su pueblo, me dio la impresión de que quiso arrancarse la espina del año pasado en que protagonizó una noche triste que todavía se recuerda. Y fue ese cantaor sin límites que suele ser cuando canta como él sabe hacerlo. Se sentó, dijo la primer copla por peteneras y ya tenía al público en pie.

Otro pueblano, Diego Clavel, 'triunfó asimismo en su peculiar estilo de cante. Personalmente me parece que Diego se está equivocando. Confiando en sus extraordinarias facultades, que le permiten colocar la voz arriba y aguantarla de manera impresionante, barroquiza excesivamente su cante, en un casi permanente grito pelado que a veces le impide matizar como él sabe matizar. Aunque arrebate al público, Diego no debe dejarse engañar por ese fácil éxito; él puede cantar con mucha mayor calidad.

El Mono de Jerez hizo también su número imprescindible de cante / baile por bulerías, que se recibe con mucho agrado. Y otro pueblano, Miguel Vargas, tuvo quizá la actuación más equilibrada de la noche. Miguel es un cantaor ejemplar de perfecto entendimiento de lo que el cante debe ser. Ni se desmelena ni se queda corto: cada tercio tiene su compás, su enjundia, su verdad flamenca.

Fernanda de Utrera no llegó al escalofrío de Morán, pero dejó constancia de su purísima queja jonda hasta en el fandango. En cambio, su hermana Bernarda se quedó malamente en el cuplé. José de la Tomasa, por fin, brilló con fuerza y rigor por levante, por soleá y por fandangos. En el baile, de la Familia Fernández se lució Conchi Vargas.

Una fastuosa ronda de tonás y martinetes, impecablemente cantada por Vargas, Chaquetón, Romero, Tomasa, Menese y Clavel, puso broche de oro a una noche verdaderamente grande.

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