Con el billete en el bolsillo
En el patio de cristales del Ayuntamiento, momentos antes de iniciarse la sesión plenaria, los concejales comentaban distendidos la faena que supone interrumpir las vacaciones estivales, iniciadas el 1 de agosto, para volver por unas horas a Madrid desde todos los puntos de España y algunos del extranjero. "Esto viene a ser como un coitus interruptus", aseguraba el concejal comunista Mario Noya, con el general asentimiento del corrillo de ediles.Todo comenzó el 26 de julio por un enfrentamiento entre el primer teniente de alcalde, el socialista Juan Barranco, y el portavoz del Grupo Popular, José María Alvarez del Manzano. Este último exigió una documentación complementaria sobre el presupuesto de inversiones para 1984, sin la cual entendía que no podía celebrarse el 31 de julio el pleno previsto para su debate. Barranco amenazó con retrasar la sesión plenaria al mes de agosto si se obligaba al equipo de gobierno, integrado por socialistas y comunistas, a presentar con tan pocas fechas la mencionada documentación. Alvarez de Manzano no se arrugó, pensando quizá que los socialistas no se atreverían a cumplir su amenaza, y mantuvo la exigencia.
De los 57 concejales del Ayuntamiento de Madrid, únicamente tres faltaron a la convocatoria: uno del Grupo Popular y dos del PSOE. Los ediles socialistas habían recibido una carta personal en la que se les citaba en el Ayuntamiento para media hora antes del inicio del pleno. En letras mayúsculas se precisaba: "Asistencia inexclusable". Álvarez del Manzano, por su parte, había telefoneado a los concejales de la oposición para pedirles, "como favor personal", que no faltaran.
Aparentemente relajados, los concejales entraron en ambiente nada más llegar a la plaza de la Villa, donde fueron recibidos con los gritos de "parques, sí; vertederos, no" de los vecinos de Orcasitas. Entre los corporativos eran minoría los rostros curtidos por el sol, aunque llamaba la atención el bronce de los concejales, del Grupo Popular Alberto Ruiz Gallardón, Enrique Villoría y Álvarez del Manzano, que acababan de llegar de la Costa del Sol. El último comentaba: "Nos han castigado a venir, como a los colegiales". Luis Eduardo Cortés, del mismo grupo, lamentaba haber tenido que acortar su estancia en Gran Bretaña, y la concejala socialista Pilar Fernández confiaba en la brevedad del pleno para llegar a tiempo al avión que la iba a trasladar a Yugoslavia.
La mayoría tenía billete de regreso a los lugares de veraneo. El socialista Ramón Herrero, concejal de Cultura, para Las Palmas de Gran Canaria, y su correligionario Alfredo Tejero, concejal de Economía y Hacienda, para Santiago de Compostela. El concejal comunista José María García Ogalla comentaba a Adolfo Pastor lo relajado que se siente uno en la playa de Alicante. Pastor, cuarto teniente de alcalde y portavoz del PCE, ha tenido que quedarse en Madrid para hacer guardia, y, algo pálido, prepara vaciones en Jávea.
El menos afectado parecía Juan Barranco, primer teniente de alcalde y portavoz socialista, que veranea en La Adrada, un pueblecito del valle del Tiétar, en Ávila, y dedica su tiempo a leer, pasear y jugar al mus. Se notaba que se habían descolgado precipitadamente de las perchas los trajes de alpaca, tergal crema y linos de la-arruga-es-bella. No obstante, se registraron casos de prudente deshabillé veraniego: camisas de manga corta, sin corbata, y cazadoras en vez de americanas. El detalle no pasó desapercibido para el alcalde. Enrique Tierno comentó, jocoso, al final del pleno: "Les deseo a ustedes unas felices vacaciones, de las que están ustedes ansiosos, a juzgar por los atavíos".
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