_
_
_
_
Juegos de la 23ª Olimpiada de la era moderna

España, que paso de la depresión a la plenitud de juego, disputará la final en la madrugada del sábado

ENVIADO ESPECIALEspaña consiguió, al menos, la medalla de plata de baloncesto de los Juegos Olímpicos de Los Angeles al vencer a Yugoslavia en un emocionante encuentro, en el que, junto a momentos de gran depresión, los jugadores españoles tuvieron instantes de plenitud que posibilitaron que un marcador que se había puesto en contra al final de la primera parte se convirtiera en el éxito más importante alcanzado por él baloncesto español. A las 4.00 horas de la madrugada del viernes al sábado, el partido final contra Estados Unidos, presumible vencedor posterior de Canadá no cuenta. El objetivo de alcanzar una medalla se ha cubierto con creces.

Falta de poder reboteador hasta el instante en que salió a la pista Fernando Romay en sustitución de Fernando Martín; nervios excesivos, que provocaron pases al contrario; ineficacia en el tiro, salvo en el caso de Margall, que, de cinco lanzamientos y dos tiros libres sumó diez puntos, y una defensa endeble, por la que se coló casi siempre Dalipagic, posibilita ron el triunfo parcial de cinco puntos con que Yugoslavia se fue a descanso. El equipo español acusó en exceso la responsabilidad. A la selección la abotargó la posibilidad de alcanzar la medalla de plata. Quizá por esta razón jugó con menos ideas que nunca y cometió errores infantiles impropios de un conjunto experimentado. Algunos jugadores parecían pasados; de rosca, como Corbalán, que, de: ser el hombre seguro, se había convertido en un base sin reflejos.

Fernando Martín tardó una eternidad en coger un rebote. Tanto, que Díaz Miguel no tuvo máa remedio que sustituirle para intentar sujetar a Radovanovic y Dalipagic, dos veteranos que se encontraron a sus anchas al no tener apenas oposición en las entradas a canasta. La alineación de los dos Petrovic le proporcionó a Yugoslavia una mayor repentización en las jugadas y hasta una facilidad superior en el tiro desde los bordes de la zona.

Romay y Margall

España y Yugoslavia mantuvieron la igualdad en el marcador con alternativas que no superaban los dos puntos hasta el minuto siete Pero los balcánicos aprovecharon al fin, su coherencia para adelantarse hasta por diez. Radovanovic volvió a utilizar el viejo tiro en gancho y hubo necesidad de incluir a Romay en el equipo para que comenzara a existir una defensa más incómoda para el adversario. La recogida de rebotes por parte de Romay hizo que se llegara a perder por tan sólo dos puntos, aun que, finalmente, los yugoslavos alcanzaron la ventaja de cinco en e descanso.

La mejora observada en los últimos instantes del primer período se hizo efectiva en el segundo, en el que en tan sólo en un minuto y segundos el marcador se puso favorable a España. En el minuto seis la diferencia para nuestra selección era ya de siete puntos. Un parcial de ocho a cero propició el cambio rotundo en el panorama La eficacia de Romay en los rebotes, de los que se hizo dueño durante varios minutos, fue decisiva El pivot madridista hasta se permitió el lujo de encestar de gancho. Pero fue José María Margall el otro hombre clave. Sus tiros desde fuera de la zona resultaron mortales para Yugoslavia. El jugador del Joventut estuvo durante un tiempo, en tal estado de gracia que consiguió cuanto se propuso. La mayor velocidad en el contraataque y el mejor marcaje a los yugoslavo hizo posible el milagro. Hasta Llorente fue capaz de llevarse un re bote bajo la canasta del adversario y únicamente siguió faltando que Epi se decidiera más y que Jiménez consiguiera mayor acierto en los lanzamientos.Con un marcador 55-50 favorable a España, Díaz Miguel suplió a Llorente, Jiménez y Margall (éste se había cargado con cuatro personales) y dio paso a Corbalán, Fernando Martín e Iturriaga. Con muchas precauciones en el ataque y dificultades para encontrar el hueco en la zona yugoslava, a falta de cinco minutos, con un contragolpe rápido, Iturriaga puso en el marcador una diferencia de diez puntos y, tras un rebote de Romay, se largó Corbalán y aumentó a la docena.

Los yugoslavos iniciaron una presión en toda la cancha que fue respondida por España con Corbalán y Llorente como bases. Todo consistió entonces en consumir al máximo los 30 segundos que está permitido poseer el balón sin lanzar a canasta. A un minuto veinte segundos, la diferencia a favor de España se mantenía en los diez puntos. Para acabar de amarrar salió Solozábal. Tres bases, Martín y Romay consumieron el tiempo que quedaba, conservando la ventaja y hasta aumentándola.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_