Paralizado el diálogo sobre desarrollo industrial entre países ricos y pobres
La paralización del diálogo entre países ricos y pobres, ha quedado patente en las primeras sesiones de la IV Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), abierta el pasado jueves en Viena y que se desarrollará hasta el próximo día 18 de agosto. El tema de las soluciones a la deuda externa del Tercer Mundo ha polarizado duros enfrentamientos entre delegaciones y amenaza con convertir el único foro de diálogo Norte-Sur de este año en una cancha de conflictos.Según Efe, los rumores sobre una posible propuesta de los países del Grupo de los 77 (no alineados y en vías de desarrollo) para que la devolución de intereses de la deuda externa no exceda cierto porcentaje de sus ingresos anuales en divisas han provocado fuertes tensiones durante los primeros días de debate.
Sin llegar a posiciones comunes y concretas, las delegaciones de los países del Tercer Mundo han vinculado de alguna forma su desarrollo industrial a la disponibilidad de recursos y a la solución del problema de la deuda.
Diferencias de criterio
Dentro del grupo de los países capitalistas industrializados, en cambio, se han registrado algunas diferencias de criterio, sobre todo por cierta inclinación tercermundista de Francia, rechazada radicalmente por Estados Unidos. Pero todos parecen dispuestos a cortar de raíz los intentos de convertir la conferencia en un tribunal sobre el actual sistema monetario y financiero. El más expresivo a este respecto ha sido el ministro alemán occidental para la Cooperación Económica, Jurgen Warnke, quien condenó la vinculación entre los problemas industrial y de deuda, para advertir luego que los países desarrollados no permitirían que se ponga en duda su sistema económico de mercado.Los países socialistas, por su parte, han apoyado las reivindicaciones del Tercer Mundo, acusando a Occidente y a la carrera de armamentos de ser los únicos culpables de la crisis económica. Según la URSS, Occidente utiliza las dificultades económicas de los países en desarrollo para chantajearles e imponerles un sistema cuyo principal beneficiario son las multinacionales.
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