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Gobierno de unidad nacional en Israel

( ... ) Como ninguno de los dos grandes partidos parece estar en condiciones de formar una coalición viable, la única solución, aparentemente, sería la de conseguir la unidad mediante su participación en el mismo Gobierno. ( ... )En un primer momento, los jefes de ambos partidos, el laborista y el Likud, deben examinar los grandes principios comunes sobre los Mue sea posible establecer una alianza. De entrada, no es cuestión de suscitar la dificultad fundamental: quién ha de ser jefede Gobierno. Shamir gusta de repetir que "la urgencia de los problemas que hay que resolver impone la unidad".

El primer ministro saliente cree que el Likud y la oposición laborista son capaces de lograr un modus vivendi y poner, al menos temporalmente, sus divergencias entre paréntesis, especialmente en lo que se refiere al futuro de los territorios ocupados. Al mismo tiempo, muestra su confianza en lo que la unidad representaría para combatir la inflación y acelerar la retirada de Líbano. "Sobre estas dos cuestiones", ha declarado Shamir, "estamos de acuerdo en lo esencial".

( ... ) Ninguno de los dos partidos mayoritarios quiere dar la impresión de no atender a las opiniones del presidente de la nación, ni ser considerado cómo responsble de un eventual fracaso. Pero, al mismo tiempo, continúan sus negociaciones bajo cuerda con los partidos menores. Le resulta difícil buscar una fórmula de coalición, aun de corta duración, entre personalidades cuya ideología va desde el centro izquierda a la extrema derecha, y con muy diferentes puntos de vista, por ejemplo, en lo que se refiere al futuro del gran Israel o al lugar que ha de ocupar la, legislación de carácter religioso.

La mayor ventaja que el presidente podría extraer de esta situación es el deseo de los dos grandes de neutralizar a las pequeñas formaciones políticas, especialmente las de corte religioso, y mantenerlas fuera del Gobierno. Los dirigentes de estos grupúsculos, acostumbrados a ejercer un verdadero chantaje sobre sus adversarios, están alarmados con esta perspectiva. De todos modos, el argumento que mejor sirve a la idea de un Gobierno de unidad nacional, por muy difícil que resulte su puesta en práctica, sigue siendo que, hoy por hoy, no se ve ninguna otra salida del callejón.

2 de agosto

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