El Gobierno italiano presidido por Craxi superó un nuevo voto de confianza
El presidente del Consejo de Ministros de Italia, Bettino Craxi, ha ganado la partida. Sus aliados de Gobierno, democristianos, republicanos, socialdemócratas y liberales, le han confirmado ayer, con su voto en el Parlamento, su total confianza. Y desde hoy empieza la segunda fase del primer Gabinete presidido por un socialista y que ha superado ya el año de vida, un récord para los Gabinetes italianos, cuya media de vida en los últimos 40 años era de 10 meses.El que todos estén contentos es otra cosa. Todos los indicios indican que, en realidad, la decisión de que Craxi continúe en su puesto se debe más a sus compañeros de coalición que a él. A la Democracia Cristiana (DC) le interesa que siga adelante porque espera la reelección de Sandro Pertini como presidente de la República para adueñarse otra vez del Palazzo Chiggi, sede de la jefatura del Gobierno, una vez que el presidente socialista del Consejo de Ministros le haya resuelto las papeletas más antipopulares en los campos económico y fiscal.
Los socialdemócratas, que aceptaron a regañadientes que su secretario general, Pietro Longo, tuviese que abandonar el Gobierno por estar en las listas de la logia clandestina Propaganda Dos (P-2), se acomodan de mala gana a la situación y han protestado ya por el plan económico presentado por el ministro del Tesoro.
Encuentro Natta-Spadolini
Los republicanos, por su parte, no ocultan su inquietud porque temen que un acuerdo entre socialistas y democristianos pueda cuajar en una reforma electoral que acabe con los partidos menores, como el suyo. Por eso, mientras Craxi preparaba su discurso para pedir el voto de confianza parlamentario, Giovanni Spadolini, secretario general del Partido Republicano (PRI) -actual ministro de Defensa y ex presidente del Gobierno-, sorprendió a la opinión con un encuentro de hora y media a puerta cerrada en una sala del mismo Parlamento nada menos que con el jefe de la oposición comunista y sucesor de Enrico Berlinguer, Alessandro Natta.
Los republicanos fueron siempre partidarios de no aislar al Partido Comunista Italiano (PCI), y con él están dispuestos a seguir dando la batalla en la lucha contra la P-2, contra la Mafia y la Camorra y a pedir una mayor justicia fiscal. Spadolini pretende con esto captar votos del área socialista con su bandera del rigor moral. Y quiere el apoyo comunista. Los más maliciosos piensan que Spadolini está haciendo méritos ante la oposición para una posible candidatura suya a la presidencia de la República.
En definitiva, los cuchillos, en el campo político, siguen bien afilados. Pero, por el momento, han sido momentáneamente enfundados, aunque sólo sea para poder irse todos de vacaciones.
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