Un automovilista mata a tres personas y hiere a otras 50
Daniel Lee Young, un joven desempleado de 21 años que se hallaba en libertad provisional, mató a tres personas e hirió a 50 más, al recorrer sobre la acera, a toda velocidad, una manzana entera del bulevar Westwood en el bullicioso barrio del mismo nombre en Los Ángeles, repleto de paseantes la noche del viernes, para vengarse de la policía, justo el día antes de la inauguración de los Juegos de la Olimpiada.
Eran las 20.55 horas del viernes y el barrio estudiantil de Westwood Village, adyacente a la UCLA, se hallaba repleto de paseantes. Estaba a punto de acabar la sesión de las decenas de cines que ocupan el barrio y las colas para la última proyección ya se habían empezado a formar. A la habitual aglomeración de los fines de semana había que añadir los miles de paseantes que habían llegado a la ciudad para los Juegos. En el cruce de la avenida Weyborn con el bulevar Westwood, un Buick Regal de color granate metalizado conducido por Daniel Lee Young, de 21 años, giró a la derecha para enfilar el bulevar, pero en lugar de hacerlo por la calzada se subió a la acera, apretó el acelerador y arremetió contra los paseantes.Recorrió toda la manzana, casi 200 metros, sin encontrar otro obstáculo que los cuerpos que iba derribando, arrollando o lanzando por los aires, hasta que chocó contra la estructura metálica de una parada de autobús, rebotó y fue a dar contra una papelera de cemento justo en la esquina con la avenida Kinross. El coche quedó destrozado por el impacto pero Daniel Lee Young pudo aún abrir la puerta y salir indemne. Caminó unos cuantos metros, sin darse ninguna prisa, y fue detenido por un sargento de la policía que, paralizado, había contemplado la escena. Detrás suyo 53 personas yacían derribadas en la acera y sobre la calzada. Miles de paseantes, inmóviles, se miraban en silencio sin comprender qué había pasado en los últimos 15 segundos.
Todo fue muy rápido
El doctor Jeff Polakoff, un joven médico recién graduado, se hallaba en la esquina de enfrente y se disponía a cruzar cuando vio cómo aquel vehículo se subía sobre la acera. Al principio no pudo dar crédito a sus ojos: "No me lo podía creer, pensé que era una película o algún truco publicitario. Diez segundos después lo vi claro, noté una increíble sensación de violencia y me di cuenta de que había muchos heridos. Crucé la calle corriendo y me puse a ayudar a quien pude". Con pasmosa rapidez, que la policía atribuye al ejemplar comportamiento de los ciudadanos, la manzana entera y algunas calles adyacentes fueron evacuadas de público.
Decenas de coches de la policía acordonaron la zona. Bajo el titilar de las luces de neón, el lejano bullicio de la ciudad y los grandes focos que dibujaban figuras geométricas en el aire desde Hollywood Bowl, donde se celebraba la gran gala previa a los Juegos, se podía ver sobre la acera una retahíla de objetos pertenecientes a las víctimas, salpicados con grandes charcos de sangre. Un zapato, un bolso, un cochecito de niño con dos pequeñas sandalias a su lado y, en primer plano, el destrozado vehículo causante del crimen.
Los primeros rumores emitidos por las cadenas de radio y televisión hablaban de un muerto y 15 heridos.
El jefe de la policía de Los Ángeles, Daryl F. Gates, había anunciado su llegada inmediata para ofrecer la versión oficial. Más de una hora tardó Gates en hacer su aparición, sólo para seguir insistiendo en que, según sus informes, sólo se había confirmado un muerto y 52 heridos, cuatro de ellos en estado crítico, 17 en estado muy grave y, entre el resto, bastantes en estado grave.
Pocas explicaciones
Gates, tras ofrecer estas cuentas, explicó que el incidente no tenía nada que ver con los Juegos de la Olimpiada. "No hay nada que pueda indicar la mínima conexión con los Juegos", dijo; "el detenido, incluso antes de ser interrogado, ha manifestado que lo ha hecho para vengarse de la policía. Espero que ustedes, los periodistas, dejen esto bien claro". El jefe de policía no aclaró muchas cosas más; sólo indicó que Daniel Lee Young vivía en el cercano barrio de Inglewood, tenía antecedentes penales y estaba en libertad condicional a causa de un robo que había cometido recientemente.
Aseguró también que le habían examinado para comprobar si se hallaba intoxicado por alcohol o drogas, pero que no se le había encontrado ninguna de estas sustancias y que se hallaba perfectamente coherente. Por último, ante la pregunta de un periodista, admitió que el detenido se encontraba sin trabajo desde hacía tiempo.
La única fallecida, según la versión de la policía, sería una adolescente de alrededor de 15 años. Un niño de dos años se hallaría en estado gravísimo. Pero el doctor Polakoff, que, tras las declaraciones de Gates, había vuelto desde el hospital al lugar de los hechos para recoger su vehículo, indicó que, hasta aquel momento, habían fallecido tres personas, y que una de las heridas, una mujer oriental a la que él había atendido, tenía muy pocas posibilidades de sobrevivir.
Lo que parece confirmarse es que ninguno de los afectados está relacionado con los Juegos, tanto atletas como oficiales o periodistas. Algunos testigos han asegurado que entre los heridos había visitantes extranjeros, pero esto no se ha podido comprobar. Antes de marchar, el jefe de policía volvió a insistir en que el hecho no tenía nada que ver con los Juegos Olímpicos de su ciudad.
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