Betanzos

A medio camino entre el río y el mar, cayendo en picado hacia el estuario, apoyándose suavemente en una colina a su vez rodeada de montes y prados, Betanzos fue un villa marinera que ha mantenido hasta hoy los viejos muelles (peiraos), las calles estrechas y en pendiente de los barrios pescadores y un inequívoco aspecto de ciudad floreciente de cuando fue una de las siete capitales del antiguo reino de Galicia.Su historia sigue fielmente La del país entero. Fue primero castro prerromano, para pasar a ser la Brigantium Flavium de los romanos. Alfonso IX fundó la población medieval, y la familia Andrade fue su dueña y señora durante siglos. Una burguesía basada en el comercio de vinos y pescados se hizo más tarde culta e ilustrada. El resultado está ante los ojos una ciudad hermosísima que reúne desde los estrechos barrios marineros, con asombrosas iglesias de transición, hasta el dieciochesco edificio de la plaza, que fue concebido como Archivo General de Galicia.

Hay que visitar la villa entera, olvidarse del coche y subir hasta la iglesia de Santiago, en la placita donde se encuentra el ayuntamiento. Obra del gremio de los sastres, es una preciosa iglesia de transición, con un hermoso pórtico y capiteles labrados en su interior. De nuevo hacia abajo, ya en dirección al puerto y los muelles, para alcanzar la iglesia de Santa María del Azogue, quizá la más hermosa de Betanzos, también de transición entre el románico y el gótico. El gran retablo del siglo XV que figuraba en todos los catálogos fue tristemente robado en el año 1981. Muy cerca, y siempre en descenso, el convento de San Francisco, con distintos y no afortunados añadidos que sólo han dejado intacta la iglesia, de una sola nave, gótica, donde se encuentran los sepulcros de la flor y nata de la nobleza de la tierra. Y ya, casas con miradores acristalados, balcones de madera, siempre en dirección al Mendo y al Mandeo, soñando un mar aún lejano.

SÓLO EN AGOSTO

Del 14 al 24 de agosto se celebran las fiestas de Betanzos, Os caneiros, en las que lanchas adornadas con flores remontan el río hasta el monte Espenuca, en medio de un paisaje de colinas cubiertas por viñas y pinos. En la medianoche del día de San Roque (el 16) se lleva a cabo la elevación del que dicen es el mayor globo de papel del mundo, en una ceremonia que es ya famosa en toda la región.