Morales y 'Cha cha', dos hispanos de EE UU que buscan oro
Dos miembros del equipo estadounidense de natación tienen raíces hispanas. Para uno de ellos, el nuevo poseedor del récord mundial de los 100 metros mariposa, no puede ser un secreto: se llama Pablo Morales. La otra lo esconde mucho mejor, ya que se llama Michele Richardson, es rubia, tiene 15 años y ganó las pruebas de clasificación de los 800 metros libres femeninos. Pero nació en Nicaragua y sus amigas la llaman Cha cha. Ambos forman parte de la nueva generación de nadadores norteamericanos que parecen dis puestos a recuperar la supremacía perdida a manos de alemanes y soviéticos. Para ello no sólo tendrán que ganar, sino que, además, están obligados a pulverizar récords.El nuevo poseedor del récord mundial de los 100 metros mariposa, que en las pruebas de clasificación batió inesperadamente a su predecesor, Matt Gribble, es hijo de cubanos. Sus padres salieron de la isla en 1952, bastante antes de la revolución, y por razones que Pablo califica de "simplemente economicas, para prosperar". Debió ser una dura experiencia pasar de los trópicos caribeños a Chicago, una de las ciudades más frías de Estados Unidos, por eso, cuando las cosas les fueron un poco mejor, se trasladaron a California Pablo Morales habla un castellano chapurreado, aprendido de oídas porque es el idioma que siguen usando sus progenitores, que, sin embargo, insistieron en que sus hijos hablaran inglés desde pequeños para facilitarles su adaptación al país donde habían nacido.
Es un ejemplo de la nueva generación de nadadores norteamericanos que, debido al boicoteo de los Juegos de Moscú, deben competir con los de la generación anterior, que no se han resignado a quedarse sin medallas y han decidido alargar su carrera.
Pablo Morales no sabe qué pensar sobre la falta de los nadadores soviéticos y alemanes del Este: "Creo que en la competición masculina, donde más se notará es en las pruebas de larga distancia. La falta de Salnikov es irreparable. Por desgracia o por suerte, en lo que a mí respecta, el hombre al que más temo, el alemán occidental Michael Gross, sí que estará en Los Ángeles, así que no sé qué decirte".
Es una persona bastante tímida, que aborrece la popularidad y se escabulle de cualquier tipo de publicidad. "No me gusta nada eso de tener que venderme a mí mismo" admite. "Siempre he intentado separar las cosas que hago de mi vida privada. Cuando estoy cc)n mis amigos jamás hablo de natación, es un tema que no me gusta mezclar y que quiero inantener separado".
Pero una medalla de oro y la popularidad que esto conlleva podría traducirse en ofertas publicitarias, y sobre todo en dinero, y cuando se le menciona este tema se pone nervioso. "No, no me gusta la publicidad y sí, sí que entiendo lo que quieres decir", admite. "Si llegara la oportunidad de hacer dinero, la verdad es que no sé lo que haría, sólo puedo decirte que en el pasado siempre conseguí escapar de este tema".
A pesar que de momento no ha ganado dinero con la práctica de su deporte, esto no quiere decir que no le haya sacado beneficios. Pablo Morales estudia ahora en la Universidad de Stanford, una de las más selectas de Estados Unidos; sus talentos atléticos le han hecho acreedor de una beca que cubre todos sus gastos. Pero la beca especifica que debe seguir nadando, por lo menos durante tres años más. Tiene ahora 19, es, pues, casi seguro que seguirá en activo para la Juegos de Seúl.
Una 'punk' nicaragüense
Si el caso de Pablo Morales es el de un hispano norteamericanizado, el de Michele Richardson, que a los 15 años se ha convertido en la más joven del equipo estadounidense, al vencer la final de los 800 metros libres en las pruebas de clasificación, es completamente al revés. Michele, a quien sus amigas llaman Cha-cha, nació en Nicaragua, donde sus padres regentaban una compañía de materiales industriales propiedad de la familia.
Cuando contaba nueve años, se trasladaron a vivir a Miami. Habla muy buen español y fácilmente puede convertirse en la estrella de estos Juegos, a falta de las supermujeres de la Alemania del Este. Michele es, en este aspecto, todo lo contrario. Luce un peinado punk y viste a la moda, como cualquier adolescente norteamericana. Está loca por Michael Jackson y le fascinan los pitufos.
El problema para su entrenador era el de si podría llegar a concentrarse y vencer su nerviosismo para las pruebas. Todos la consideraban excesivamente inmadura, a pesar de que nadie duda de su increíble potencial.
Si hubiera una prueba femenina de 1.500 metros, sería totalmente imbatible.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.