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Elecciones en Israel

Tranquilidad y pintoresquismo ante las urnas

A diferencia de la campaña para las legislativas de 1981, el actual período preelectoral se ha desarrollado en Israel con relativa tranquilidad, sin incidentes callejeros, y la jornada de ayer transcurrió también con absoluta normalidad aunque abundaron las anécdotas sin consecuencias.En el barrio de Petah Tikva, en Jerusalén, predominantemente poblado por religiosos ortodoxos, los rabinos obligaron a los representantes de los partidos laicos sentados en la mesa electoral a cambiar sus pantalones cortos a los hombres, y los escotes atrevidos a las mujeres por una ropa más "decente".

El otro barrio aun más integrista de la ciudad santa, el de Mea Shearim, los religiosos pegaron carteles en las paredes e intentaron disuadir con megáfonos a los ciudadanos de que acudiesen a las urnas porque, opinan los adeptos de la secta judía Naturei Karta que controla la zona, la fundación de un Estado judío antes de la llegada del Mesías es un sacrilegio.

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Los miembros de este pequeño grupo abogan, por lo tanto, por la instauración de un Estado palestino hasta que el Mesías haga su aparición.

En una localidad costera bastante más liberal que Jerusalén, una joven se presentó ante la mesa electoral, a su regreso de la playa, desnuda de cintura para arriba con los pechos apenas tapados por dos minúsculas pegatinas del Likud.

Los representantes de los partidos acordaron llamar a la policía pero no lograron ponerse de acuerdo sobre si había que denunciarla por propaganda ilegal en el interior de un colegio o por atentar contra el pudor y la moral pública. En todo caso, la "provocadora" no fue autorizada a ejercer su derecho al voto mientras se negase a vestir ropa mas púdica.

Una octogenaria judía originaria de Marruecos, Graciella Bouzaglo, tuvo también problemas de otra índole con la policía por besar ante la mesa electoral estampitas en las que salían dibujados los piadosos rabinos antepasados de Aarn Abuhatezeira, cabeza de una lista de candidatos orientales.

Los fervorosos ósculos de la anciana fueron considerados como una forma encubierta de propaganda electoral.

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