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Tortura

Leo el informe de Amnistía Internacional sobre la tortura y descubro que España es uno de los dos países europeos que aún reúne méritos propios para figurar en la historia de esta infamia. El otro compinche en tortura europea es Italia, pero el informe de Amnistía relativiza la contribución italiana y la describe como un exceso coyuntural derivado de una acumulación pasajera de nerviosismo histórico. No sería el caso de España. En España se torturaría porque sobrevive una cultura de la brutalidad impune ejercida desde la prepotencia del especialista.Cualquiera que haya pisado una cárcel sabe cómo llegan a ello algunos chorizos, con el habeas corpus escrito en mercromina, es decir, pintado al óleo. Pero el mal trato recibido por los chorizos tiene aún menos prensa que el otro, demostración de que hay diferencias de clases en relación dialéctica entre el que da y el que recibe las bofetadas. El ojo que fiscaliza la tortura en el mundo se aplica sobre todo a los malos tratos por motivos políticos y al parecer en la España democrática, en la España del cambio no sólo los chorizos se pintan el habeas corpus al óleo.

Contemplo el panorama geopolítico de la Europa que no tortura y descubro que no es una Europa sin problemas. Por ejemplo, Inglaterra padece una conflictividad terrorista y separadora más tensa que la española y desde hace muchísimas décadas. En el pasado la tortura fue también allí la regla pero, en la actualidad es la excepción, a pesar de que los terroristas vuelan primos de la reina, héroes en la segunda guerra mundial, o grandes almacenes llenos de niños y de esas viejecitas encantadoras de las que los ingleses tienen la fórmula biogenética secreta. En la misma Italia, que en el inmediato pasado fue un paraíso terrorista, no ha sido la tortura una práctica habitual, ni un elemento decisivo para combatir el terrorismo con eficacia. Es decir, que de ser cierto el testimonio de Amnistía Internacional, aquí se tortura en plan borde y cutre, desde el subdesarrollo psicológico y técnico.

También está claro que no es una práctica generalizada, pero sí lo suficientemente particularizada como para que nos ponga en evidencia predemocrática.

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