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Reportaje:

El día que se consolidó el 'cordón rojo'

Se cumplen 10 años de la huelga general que paralizó el Baix Llobregat

La censura de la época trastocó el nombre de la huelga general del Baix Llobregat, iniciada el 4 de julio de 1974, y la convirtió en "paros generalizados", el eufemismo forzoso entonces para los medios de comunicación. La comarca, que en esa época tenía ya 500.000 habitantes, había recibido durante los años cincuenta y sesenta una gran corriente de inmigrantes en medio de un crecimiento urbanístico especulativo y sin planificación, no acompañado por los servicios y equipamientos necesarios. Este contexto favoreció el desarrollo de un movimiento obrero reivindicativo. Hay que tener en cuenta que el mercado de trabajo español de 1974 ofrecía un índice de desempleo de sólo un 1,24%.La historia de las batas

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El transfondo de la polémica sindical en un conflicto que no fue espontáneo

El origen de la huelga fue la negociación del convenio colectivo en Elsa y en Solvay. Las direcciones ofrecían aumentos salariales mínimos. En Elsa se proponían, además, unos cambios de turno y de condiciones de trabajo que los trabajadores no aceptaban. Tras unos paros iniciales de protesta, la dirección de Elsa despidió a dos dirigentes: Carles Navales y Pepe Martínez. Estos despidos provocaron reacciones de solidaridad, lo que se tradujo en el despido de la totalidad de los 700 integrantes de la plantilla. En Solvay, en un proceso parecido, los despedidos fueron 64 y el resto de la plantilla fue sancionada.

El conflicto coincidió con la negociación del convenio comarcal del Metal, a cuya concreción se negaban los empresarios. Este hecho permitió que las zonas norte y sur del Baix Llobregat tuvieran un punto de referencia y una sensibilidad común por el tema.

La convocatoria de huelga general llegó dentro de un proceso en el que confluían la inquietud del movimiento obrero y una creciente concienciación ciudadana en casi toda Cataluña. La popularidad de los trabajadores represaliados, por ejemplo, alcanzó tal punto que la policía intentaba que por la calle se quitaran las batas y monos azules para que no pudieran ser identificados. Para neutralizar esta acción, las trabajadoras y las esposas de los despedidos se colocaban las batas sin ninguna prenda debajo, por lo que, cuentan ahora, "no se atrevían a desnudarnos en medio de la calle".

El movimiento obrero de la comarca tenía además conciencia de que algunos sectores que hasta aquel momento habían sido utili zados por el régimen estaban a favor de la democracia: una parte de la Prensa, una parte de la Iglesia, algunos representantes del sindi cato oficial, entre otros, entraron en confluencia con la oposición democrática. A partir del sindica lismo unitario del Baix Llobregat se fueron creando en todas las localidades de la comarca asam

bleas dernocráticas y asociaciones. de vecinos coordinadas con la As semblea de Catalunya, el organis mo unitario que en aquel momento coordinaba a toda la oposición.

En los locales del sindicato vertical en el Baix Llobregat, según recuerda uno de los principales di rigentes de aquella huelga, Carles Navales, como resultado del des gastede la situación y por la infil tración sistemática, "se vivía un sindicalismo casi en libertad, se consolidó el derecho a la huelga, el de reunión y las colectas para ca jas de resistencia, y ésto dio pie a la creación de una intersindical."

La huelga duró una semana y fi nalizó el 10 de julio con la aceptación patronal del convenio comarcal y la aceptación de los empresa rios de renegociar con los trabaja dores de Elsa y Solvay sus diferencias, manteniéndose los despidos de Navales y Martínez en Eba. Ambos fueron readmitidos tres años más tarde, cuando se dictó la amnistía laboral.

Cargas policiales contra las numerosas manifestaciones callejeras, encierros de solidaridad en la iglesias, cierres del comercio, inactividad escolar y en gran parte de la industria, caracterizaron aquella huelga vivida en la primera comarca, industrial de Cataluña.

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