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Enrique Barón,

ministro de Transportes, participó el domingo, en Asturias, en la peculiar elección de la novia del Aramo, un espectáculo que nunca hubiera compartido su dorreligionaría Carlota Bustelo. El acto forma parte de la fiesta del cordero, que se celebra anualmente en el Prau Llagüezos, entre los municipios de Quirós y Lena, y es una ocasión propicia para que los machistas puedan ejercer de tales sin rubor. A través de unos altavoces se van anunciando los nombres de las candidatas a este galardón, las cuáles se colocan a la vista del público. En vez de votos hay voces y gritos, y aquella moza que consigue arrancar más decibelios de las gargantas obtiene el premio de novia del Aramo, título que hace referencia a la sierra del mismo nombre. Para más bochorno, la preferida del ministro quedó sólo en segundo lugar, como dama de honor, lo que no deja de ser una afrenta ministerial, según el código machista. Los organizadore! de la fiesta -se supone que para evitar críticas- eligieron también el guayabo del año y a los abuelos del Aramo.

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