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Las personas que se acercaron al F-16 siniestrado en Teruel no presentan alteraciones sanitarias, tras un control médico

Al menos treinta vecinos de las localidades próximas al lugar donde el lunes se estrelló un avión F-16 de las Fuerzas Aéreas norteamericanas fueron sometidos ayer a una revisión médica, como medida preventiva, sin que se apreciaran en ellos síntomas de estar afectados por el combustible tóxico que transportaba el aparato. El avión siniestrado, cuyo piloto, el teniente Trap, perdió la vida, transportaba seis galones (unos 22 litros y medio) de hidracina y propergol, sustancias consideradas como inflamables, tóxicas y volátiles, según el Ministerio de Defensa, y que "sirven como propulsores de un generador de emergencia necesario a bordo cuando se produce un fallo en los generadores principales por parada de motor".La Embajada de los Estados Unidos difundió ayer un comunicado en el que asegura que "no existe ningún peligro de toxicidad procedente del F- 16 Falcon que se estrelló el 25 de junio cerca de Villarluengo". La presencia de hidracina no debe causar alarma, según las fuentes diplomáticas norteamericanas, ya que "esta sustancia no se emplea solamente en este tipo de aparato, sino que también es ampliamente utilizada en la industria". Por otra parte, añade la nota, Ias observaciones efectuadas por los especialistas de la base no apreciaron ningún rastro de hidracina".

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La hidracina, un combustible tóxico

La iniciativa de someter a revisión médica a los vecinos que se acercaron en primer lugar al avión siniestrado "por si podían prestar alguna ayuda" partió del propio gobernador civil de Teruel, Horacio Espina, como responsable de la Comisión Provincial de Protección Civil.

Por otra parte, ayer se nombró a un capitán del Ejército español como juez instructor del caso. Miembros de la Guardia Civil y de las Fuerzas Aéreas norteamericanas siguen vigilando los alrededores del aparato y continúan buscando los restos del avión, que quedaron diseminados en un radio de un kilómetro, así como la posíble localización de parte de las sustancias tóxicas que transportaba. A este respecto, ayer se ignoraba si el contenedor de los gases había resultado destruido en la explosión o se había desparramado su contenido.

La explosión del aparato provocó tres pequeños incendios, que calcinaron varias hectáreas de monte bajo y matorrales. Los restos del piloto quedaron carbonizados y esparcidos por la zona, y el paracaídas fue encontrado abierto, por lo que se supone que intentó saltar, pero, debido a la gran velocidad del aparato (el F-16 puede alcanzar hasta 2.500 kilómetros por hora), no le dio tiempo.

El gobernador civil de Teruel, que acudió al lugar junto con fuerzas de la Guardia Civil, ha desmentido los rumores que indicaban que no se permitió el acceso al aparato ni siquiera a la Guardia Civil. "No es cierto, precisamente fueron ellos los que acordonaron la zona para evitar que se acercaran los vecinos, dadas las características de las sustancias que llevaba el avión", afirmó.

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Nada más llegar al lugar, la primera autoridad provincial, que había sido alertada por el Ministerio de Defensa de la clase de sustancia que llevaba el aparato, ordenó dar en las localidades y masías próximas un bando prohibiendo taxativamente acercarse a un kilómetro de los restos del avión, "porque podrían verse afectados por productos tóxicos". Dos helicópteros norteamericanos de la base de Torrejón, con 10 especialistas que al parecer piensan permanecer una semana en el lugar, acudió a Cañada al poco tiempo de ocurrir el accidente. Un helicóptero español de la base de Zaragoza colaboró también.

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