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Un marco histótico en 'estado de sitio'

Fontainebleau El manierismo, el impresionismo, más de 3.000 policías, modernos cohetes tierra-aire y más de un millar de periodistas son elementos que, a partir de hoy y durante dos días, estarán presentes en la cumbre europea que comenzará en Fontainebleau, la llamada ciudad del emperador, a 60 kilómetros de París.

Se trata de un -marco que revive páginas histórico-político-artístícas que, desde hace más de cinco siglos, ha escrito Francia, y en el que los diez de la CEE intentarán dar un empujón a la construcción europea.

Fontainebleau, que dio su nombre a una escuela de pintura emparentada con el manierismo, y cuyo centro de actividades fue el castillo donde van a reunirse los diez, se ha convertido en una villa asediada. En 30 kilómetros a la redonda, policías, baterías antiaéreas, y armamentos clásicos y futuristas custodian a las 10 delegaciones de los países de la CEE.

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Los vecinos de la región desean que los diez y toda su caravana de periodistas, funcionarios, policías, guardaespaldas, etcétera, los dejen en paz. La cumbre dura sólo dos días pero, desde hace tres meses, los bellos y célebres bosques de Fontainebleau, las localidades de los alrededores y muchos vecinos más o menos sospechosos o cercanos a los centros neurálgicos de la reunión, están vigilados.

Todos los jefes de Estado y de Gobierno van a alojafse en un pueblecito que dista apenas 10 kilómetros de Fontainebleau, llamado Barbizón, el pueblo de los pintores. Aquí vivió Corot y atrajo a muchos artistas plásticos, como Millet, Dupré y Theodore Rouseau, que jugaron un papel en la génesis del impresionismo y que dieron origen a la corriente pictórica denominada escuela de Barbizón.

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Ahora, este pueblo, cuajado de hoteles y de albergues-restaurantes, es un nido de turistas, de amores escondidos de fines de semana y de vestigios de asquellos pintores que lo hicieron célebre. En uno de esos hoteles, Le Bas Breau, van a vivir los protagonistas de la reunión del castillo de Fontainebleau.

Ocurra lo que ocurra, cuando mañana por la noche se separen los diez, de lo que no podrán quejarse es de que, durante dos días, han vivido en uno de los cobijos más bellos de la historia de Francia.

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