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Reportaje:

La romería de O Corpiño, psiquiatría del subdesarrollo para arrojar los demonios

Miles de gallegos, procedentes esencialmente de la zona rural, acuden los días 23 y 24 de junio de cada año al santuario de la Virgen de 0 Corpiño, en la parroquia de Loson, a 15 kilómetros de la villa pontevedresa de Lalín, aunque perteneciente a la diócesis de Lugo, para curarse de uno de los males más temidos por el pueblo gallego: el meigallo o embrujamiento, que traspasado por una mala persona con poderes brujeriles, les ha llevado a padecer serias enfermedades, a enfrentarse con familiares y vecinos y hasta a volverse locos. En el santuario gritan, babean, escupen, muerden, gimen y blasfeman, hasta conseguir arrojar de su cuerpo al demonio. En O Corpiño, como en San Andrés de Teixido, Santa Marta de Ribarteme, Amil, A Franqueira o la Virxe a Barca, todavía perduran los viejos usos en los que las creencias religiosas coexisten con tradiciones de la más diversa procedencia. Y el visitante curioso podrá asistir a un espectáculo tan insólito como dramático, que ha llevado a más de uno a considerar el lugar como la clínica psiquiátrica del subdesarrollo rural gallego.

La romería de O Corpiño no es la única de estas características que se celebra en Galicia. Existen cientos de lugares a los que se acude para ahuyentar a los demonios, pero ninguno goza de la popularidad y devoción de ésta, que la ha llevado a convertirse en una de las manifestaciones religioso-profano-económicas más importantes del país. Allí se va buscando, preferentemente, que el milagro aleje a Satanás, aunque la fama del santuario es tal que en él puede encontrarse el remedio a cualquier mal. Nuestra Señora de O Corpiño es abogada para todo y para todos.Sobre su historia, cuenta la tradición que a mediados del siglo VII había un ermitaño muy devoto de la Virgen que gozaba de fama de santo y vivía en una cueva del monte Carrío. Años después los vecinos de la. comarca encontraron su cuerpo incorrupto entre unos matorrales próximos, motivo por el cual se levantó allí una capilla. Pero con la invasión de los moros, los cristianos se vieron obliga dos a abandonar el lugar y la capilla terminó por derrumbarse. A mediados del siglo XII unos niños que guardaban ganado cerca comprobaron cómo el cielo se nublaba repentinamente, quedando completamente cubierto.

El miedo, según la leyenda, los llevó a refugiarse entre los restos de la capilla, en donde nada más entrar "fueron cegados por una claridad que no parecía de este mundo", según escribió Vicente Risco. Inmediatamente se les apareció la Virgen con un ramo de flores en la mano derecha. Las apariciones se repitieron hasta hacerse conocidas en toda la comarca, por lo que se optó por levantar el santuario, al que se le daría del nombre de Nuestra Señora de O Corpiño.

Locos y enfermos

Desde entonces es creencia popular que esta Virgen ejerce poderes sobrenaturales sobre los locos y enfermos. Y por ello miles de personas acuden cada año a Lo son, buscando que el milagro aleje el meigallo de su cuerpo. Participan en lo que se ha dado en llamar una terapia de grupo, protagonizando escenas que van de lo divertido a la trágico, en medio de un ambiente de gran tensión, misterio y devoción.El contorno devocional de la romería es amplísimo, y se traduce en prácticas tan variadas como recorrer descalzos hasta 20 kilómetros, alimentándose sólo de pan y agua, dar vueltas de rodillas alrededor de la iglesia, poner la reliquia de la santa en la cabeza, ofrecer exvotos de velas, hábitos, animales y dinero o, abriéndose paso a empujones y codazos, intentar llegar hasta la imagen para tocarla.

Los enfermos gritan histéricamente resistiéndose a entrar en el pequeño templo, porque la tradición asegura que gritando, maldiciendo y resistiéndose desaparecen los males. Ayer pudo presenciarse, entre otros casos, como una joven de 20 años abofeteaba repetidamente a una mujer de más de 60 que, tumbada en el suelo, sólo pudo ser entrada en la iglesia a volandas.

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Lucifer, sal fuera

El griterío de quienes acuden a remediar sus enfermedades se confunde en O Corpiño con la música de los últimos éxitos de Bertín Osborne, Julio Iglesias y Ana Kiro, que llegan de los puestos de feria próximos, en los que se ofrecen desde castañas contra la envidia, escapularios y estampitas, a pan, pasando por pulpo y cerezas, con las oraciones que a través de la megafonía llegan del interior del templo. Oraciones que en muchos casos se entre mezclan con los consejos del sacerdote oficiante. "No se apretujen, que la Virgen es de todos. Entren por aquí y salgan por allí. Aparten. a esa señora gorda". O los que provienen de carteristas y aprovechados, que hay por docenas en torno al santuario. "Tengan cuidado con las carteras, que aquí no vienen todos al milagro. Cuidado con los pescadores, que ya se sabe que a río revuelto, ganancia de pescadores".Hoy ya no es necesario que el sacristán introduzca en la boca del embrujado el hisopo empapado en aceite para provocarle el vómito y expulsar el mal. También han desaparecido las rosareiras -vendedoras de rosarios-, que ayudaban en la labor dando trallazos e insultando con frases como: "Porco, quéreste quedar co demo dentro. Bótao fóra. ¡Lucifer, maricón, sale pra fora!" ("Cerdo, te quieres quedar con el demonio dentro. ¡Echalo fuera. ¡Lucifer, maricón, sal para fuera!".) Ocurría entonces que el enfermo comenzaba a echar espuma por la boca, momento que se aprovechaba para introducirle una moneda romana entre los dientes, tras lo cual se consideraba curado. Pero todavía puede verse en el interior del templo -al que le está vedada la entrada a cualquiera que lleve una máquina fotográfica- el escaparate de fotografías y declaraciones escritas de enfermos que se consideraron curados allí.

Tocar a la Virgen

De la celebración actual, el momento de mayor devoción y patetismo se produce cuando la Virgen de O Corpiño es sacada a hombros para la procesión. Un griterío ensordecedor inunda el lugar, al tiempo que los empujones y codazos ayudan a encontrar un lugar privilegiado. Hay que conseguir que la imagen sea pasada por encima del enfermo, que agachado o tumbado tratará de tocar su manto, del que cuelgan algunos billetes de 5.000 y 2.000 pesetas, con prendas personales como boinas, pañuelos, pañoletas y hasta toallas. Los lamentos y gritos se reproducen de tal forma, que no consiguen ser apagados por el repique de las campanas y la música de la banda que figura al frente de la marcha.La conmoción es general mientras dura la procesión, y sólo cuando la Virgen ha vuelto al templo retorna la calma. Y es el momento de emprender la marcha a cualquíer lugar rural de Galicia, de donde partieron, quizá 24 horas antes, o de tomar parte en la fiesta que los mozos de Loson han organizado para los numerosisimos visitantes.

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