Rupturas históricas
En abril de 1907, tres años después de la desaparición de Sabino Arana, la dirección del partido expulsó de su seno a un grupo de destacados nacionalistas bilbaínos (Horn Areliza, Espalza, Landeta, Chalbaud, Rotaeche y otros) que, en vísperas de las elecciones a diputados en Cortes, habían promovido el voto al candidato monárquico (Fernando de Ibarra), pese a que el PNV presentaba al abogado Anitua.
En 1920, coincidiendo con la fase de rápida expansión de la economía vasca que siguió a la primera guerra mundial, el PNV se escindió a consecuencia de las divergencias surgidas entre el sector partidario de una decidida participación en la vida institu
cional y política española y los contrarios o reticentes a esa vía. Poco antes, el sector más moderado del nacionalismo vasco, se había mostrado receptivo a las propuestas del dirigente de la Lliga, Francesc Cambó, en favor de una definición regionalista de los nacionalismos periféricos que posibilitasen una más directa intervención de los autonomistas catalanes y vascos en la dirección política del Estado. A consecuencia de la escisión, los grupos Comunión y Aberri marcharían separados durante tres largos lustros.
En fin, los dos cismas más importantes sufridos por el nacionalismo entre el fin de la dictadura de Primo de Rivera y el inicio de la guerra civil (creación de Acción Nacionalista Vasca ANV- en 1930 y separación, envísperas ya del conflicto bélico, del sector Jagi-Jagi) tendrían también su origen en las distintas opciones sobre la política de alianzas.
ANV se decantaría pronto hacia el bloque republicano surgido del Pacto de San Sebastián, mientras que el PNV trataba de llegar a un acuerdo con las fuerzas monárquicas e integristas. Y cuando el partido, dirigido por Aguirre, se orientó hacia el pacto con las fuerzas republicanas, el sector Jagi-Jagi, antecedente remoto de ETA, se opuso a esa vía en nombre de la estrategia del Frente Nacional Vasco, que excluiría a los partidos españolistas.
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