Medios comunitarios ponen en duda el plazo previsto para la adhesión española
ENVIADO ESPECIAL Las negociaciones para la adhesión de España a la Comunidad Económica Europea (CEE) terminarán este año, según lo previsto, pero incluso este plazo comienza a ponerse en duda en algunos medios comunitarios. La fecha del 30 de septiembre se mantiene aún como simbólica, aunque nadie la considera ya realista. Para los más optimistas, en otoño puede llegar el acuerdo definitivo sobre los grandes problemas, que habría luego que completar en sus detalles técnicos. Pero la fecha importante es la del ingreso. El objetivo es el 1 de enero de 1986. Para cumplirlo se requieren varias condiciones: terminar las negociaciones en los próximos meses, solucionar los problemas internos de la CEE (especialmente los presupuestarios) y ratificar en los Parlamentos nacionales de los diez, en el curso de 1985, los tratados de adhesión.La negociación requiere ahora avances políticos. Hay que elegir entre importantes alternativas para arrancar en los grandes temas y fijar las líneas maestras del período transitorio, ya que lo que se negocia es la modalidad de esta transición. La presidencia irlandesa, que sucederá a la francesa el próximo 1 de julio, trabaja con la ampliación como objetivo prioritario de su semestre. Pero se basa en que los problemas internos de lá CEE se resolverán en la cumbre europea de Fontainebleau los días 25 y 26 de junio.
La solución del problema británico es una condición previa para toda mejora de la CEE. Y, por supuesto, para la ampliación de los fondos presupuestarios de la comunidad, absolutamente necesarios para la adhesión de España y Portugal. Bonn insiste en presentar simultáneamente a la ratificación en los Parlamentos la creación de estos nuevos fondos, y las actas de adhesión son una garantía para España, pues si Fontainebleau fuera un éxito, la CEE, en plena crisis financiera, tendría prisas por acabar las negociaciones con España para lograr paralelamente los nuevos recursos. El fracaso de la cumbre, además de ejercer un efecto deprimente en las negociaciones de adhesión, retrasaría el ingreso de España.
Finalmente, está la ratificación. Sin duda alguna, 1985 es una ventana de oportunidad abierta que puede cerrarse si no se aprovecha, pues al año siguiente intervendrían las elecciones generales en Francia, que no facilitarían la ratificación del ingreso español, a juzgar por los resultados de las elecciones europeas en dicho pais.
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