Triunfa en la Olimpiada de las Artes de Los Ángeles el grupo francés Le Théâtre du Soleil
La Olimpiada de las Artes de Los Angeles, que entra ya en su tercera semana, ha empezado a hacerse notar en esta dispersa ciudad. Con pocas excepciones, no quedan casi entradas para los espectáculos de más renombre, e incluso para aquellos que se dirigen a públicos más minoritarios, como la música de cámara. El famoso grupo parisiense Le Théâtre du Soleil, cuya fama adquirió en Europa proporciones míticas a raíz de sus espectáculos populares y al aire libre sobre la revolución francesa, ha obtenido una gran acogida con tres montajes, muy diferentes entre si, de obres de Shakespeare.
En Los Ángeles el teatro tiene dos claras vertientes: por un lado están las grandes producciones que sirven de escaparate a algunas estrellas de la pantalla en decadencia, o las producciones que llegan del Broadway neoyorquino, que se anuncian por televisión y se venden en el más puro estilo hollywoodiense. Por otro lado, hay una multitud de pequeños teatrillos que aparecen periódicamente en hangares y locales con viejo sabor a los años dorados de la industria del cine, para sumergirse como Guadianas con la misma facilidad con que salieron. Son una consecuencia del alto porcentaje de actores sin trabajo.Su contribución ha sido desigual: mientras que Nightfire, que presentaba un montaje en la piscina de la escuela pública de Beverly Hills titulado Liquid distance, con un carácter marcadamente conceptual, repetitivo y -hay que admitirlo- solemnemente aburrido, ha sido destrozado por la crítica, la sorpresa ha sido la del grupo Groundlings, que en su pequeño teatro de la avenida Melrose ha puesto en escena una divertida comedia titulada Olimpic trials, en la que en el contexto de la Olimpiada de 1932 un detective construido a base de todos los tópicos de la novela negra de Chandler, McDonald y compañía intenta descifrar un compló contra los Juegos. La obra varía cada día según las sugerencias del público sobre las pistas que esta especie de Philip Marlowe, genialmente recreado por el actor Phil Hartman, debe seguir.
La gran atracción
Sin embargo, la gran atracción de esta segunda semana ha sido Le Théátre du Solei. Para recrear en lo posible La Cartoucherie, el espacio que este grupo posee en el bosque de Vincennes, en París, se ha habilitado un enorme estudio de televisión contiguo a la Paramount. El programa que presenta en Los Ángeles consta de tres obras de Shakespeare -Ricardo II, The twelfth night y Enrique IV- realizadas en tres tradiciones teatrales diferentes. RicardoII, la que sirvió de presentación, ha tomado la forma del kabuki japonés.La densa carga literaria que ha hecho de esta obra una de las más dificiles de escenificar de la producción del dramaturgo inglés desaparece como por arte de magia en la versión de Ariane Mnouchkine, que ha transformado lo que podía tener de estática en dinamismo y frescura. Sin cambiar el desarrollo de la acción original, el expresionismo inherente al kabuki, la historia del rey poeta adquiere una dimensión distinta, casi juvenil, donde las emociones, al contrario que en la tradición británica, no se esconden ni se transforman, sino que brotan puras, casi caricaturizadas, de los actores.Más de cuatro horas, con una sola intermisión, pasaron como una exhalación para un público compuesto básicamente por jóvenes actores y personajes varios del estrato más creativo de Hollywood.A diferencia de la presentación de la Royal Shakespeare Company en Ucla, no había esta vez actores famosos ni académicos renombrados, con lo que se está poniendo de manifiesto que en esta ciudad el público para cada espectáculo está definitivamente especializado, las comunidades no se mezclan. Hasta el momento, las únicas caras repetidas han sido las de los miembros de la Prensa y de la organización.
En el campo de la danza, se celebró una sesión que incluía en el mismo paquete flamenco, corridos mexicanos, rumbas caribeñas y latin-jazz, bajo el título de L. A. Hispanic Dance Festival.
Aquí es donde se pudo ver más claramente el gran fallo de la Administración española al quedar al margen de este acontecimiento cultural que, según se va desarrollando, está dejando claro que será recordado como el más ambicioso de este año olímpico.
Babelia
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