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Festival de Vídeo de Madrid

Los autores españoles presentan sátiras de RTVE, documentales, videos didácticos y musicales

Seis cintas de producción española se presentaron ayer en la jornada inaugural del Primer Festival Nacional de Vídeo de Madrid, representativas de múltiples estilos: vídeo didáctico, un clip musical de Radio Futura, un documental, una sátira de los telediarios de RTVE y dos cintas experimentales de los alemanes Henry Duroe y Wolf Vostell. Las cintas españolas corren el riesgo, sin embargo, de pasar desapercibidas ante el predominio de las secciones extranjeras.

De confirmarse las cifras de asistencia que dan los organizadores, alrededor del millar de personas en las tres primeras horas de la sesión matutina, según manifestó la directora del certamen, la pintora Paloma Navares, el Primer Festival Nacional de Video que se celebra en el Círculo de Bellas Artes se inauguró con gran capacidad de convocatoria, ya que la asistencia a muestras nacionales y extranjeras de este género apenas atraen a tres o cuatro centenares de visitantes por día.Compiten en el concurso nacional, que en realidad debería ser la principal actividad del Festival, 32 cintas seleccionadas entre 217 que el público -la entrada es gratuita, excepto el espectáculo Circo electrónico- puede ver, a petición de cualquier espectador, en la sala habilitada como "vídeo a la carta". Se trata de una elogiable iniciativa de los organizadores.

Gerardo Armesto presentó en Elección de soporte una inteligente muestra de vídeo didáctico: los trabajos de un grupo de alumnos de BUP, del Instituto Los Herrán, de Vitoria, a partir de los estudios de Paul Klee, en particular de su cuadro Senecio, que explican pormenorizadamente las transformaciónes de un cuerpo de tres dimensiones al ser proyectado sobre una superficie plana y viceversa. El sueño de una estatua es un vídeo musical, clip ya conocido por los aficionados, realizado por Gerardo Capellas como ilustración de la canción El sueño de la estatua del jardín botánico, del grupo Radio Futura. Uno de sus principales atractivos es el alarde de efectos de iluminación para dar vida al despertar de una estatua.

Sátira de los telediarios

La cinta Perionodo, de Javier Gordillo, a pesar de algunas torpezas de ritmo y chistes fáciles -tal vez al satirizar los telediarios es fácil reproducir miméticamente sus errores- es una crítica fresca y necesaria de la información, presentadores, estereotipos y fallos técnicos y profesionales de Televisión Española, al estilo, en algunas ocasiones -las mejores- de Benny Hill. La ironía más cruel para TVE, como reitera esta cinta, es que se anteponga a los actuales telediarios la careta de los informativos NO-DO del anterior régimen, que se achaquen a la dependencia etílica algunos de los disparates de sus bustos y que se constate la imposibilidad de informar sobre lo que realmente ocurre en la calle, por más que las referencias políticas hayan quedado algo viejas.La catalana Aurora Corominas presenta en Cataluña dificil cinta educativa y documental sobre algunos textos del poeta latino Cátulo, cantados en latín y recreados con imágenes de distintos museos arquelógicos de Cataluña, con particular peso en representaciones de la musa de Lesbos, cuyo propósito es servir de material auxiliar en los centros de enseñanza. La cinta es, en su género, modélica, porque no es, como dice el catálogo del festival, una obra de vídeo-arte.

Dos alemanes en concurso

Henry Duroc, alemán afincado en España, es el autor de Circuit trancat, un collage mediante sobreimpresiones que viene calificado "como poema visual", o sea, una de las múltiples y personales variantes del equívoco género vídeo-arte. Duroc mezcla ilustraciones de una edición de El paraiso perdido, de Milton, con una maquinaria que posiblemente son los tambores de una magnetoscopio, un candelabro y otros símbolos que hacen poco menos que inexcrutable su interepretación.Wolf Vostell, alemán que comparte su residencia de origen con la de Malpartida (Cáceres) concurre con la obra más larga (60 minutos) y agotadora, Los desnudos y los muertos, cuya base es la grabación de una acción-concierto que dio en una galería de Berlín en diciembre del pasado año. Vostell se sienta al piano con un escalpelo para arrancar las teclas o taladrarlas con una máquina; su esposa toca una zambomba; una mujer va pintando su cuerpo desnudo; dos sopranos salmodian unas notas de lamento y dos mujeres, bailan encadenadas. Abundan las manipulaciones de la grabación original, mediante sobreimpresiones y chromas, en línea con la estética del grupo Fluxtis. Sorprende que Vostell, uno de los pioneros del vídeo, compita en este concurso, quizá porque las bases del mismo no delimitan claramente qué debe entenderse por una producción nacional.

El concurso nacional, que debería ser la sección más importante del Festival tanto para dar a conocer las obras de autores españoles como para estimular el uso y creación con este medio, corre el riesgo, sin embargo, de pasar desapercibida ante la importancia y calidad de otras actividades, sobre todo los ciclos antológicos de historia y estética del vídeo y las secciones de "autores", que ofrecen lo más significativo que se ha producido hasta ahora en Europa y Estados Unidos.

Y ello sucede porque las modestas cintas españolas difícilmente pueden competir con las extranjeras, debido, en primer lugar, a la precariedad de medios técnicos y, en segundo lugar, porque estamos ante los primeros acercamientos al vídeo que ha sido monopolio de la plantilla de TVE. Pero son cintas modestas, de escasos recursos económicos en definitiva, que apuntan talentos, desconocidos en su mayoría y superiores, sin duda, a la imaginación y creatividad de TVE, a pesar de su opulencia de medios.

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