El único régimen del mundo con un estalinismo no vergonzante
Dicen las autoridades albanesas estar hartas de leer informaciones sensacionalistas y facilonas. Parecen muy asustadas de lo sensacional que es su régimen, su historia, su desarrollo y sus pintorescos usos internacionales. Pretenden que el visitante occidental, cuando transita por una modesta carretera y ve venir una diligencia tirada por caballos y repleta de viajeros, mire a los trigales, "que hoy producen tres veces más que antes de la revolución", en vez de admirar la diligencia. Junto a campos de petróleo y centrales hidroeléctricas, estallan con lujo de rojos y negros carteles con lemas de "Albania, roca inexpugnable de granito", "Viva el camarada Enver Hoxha", "El eurocomunismo es anticomunismo". Stalin, Lenin, Engels y Marx lo presencian todo. Carteles del cuarteto jalonan el país de las águilas.
El shokut (camarada) Enver Floxha lleva 40 años dirigiendo inapelablemente el único estalinismo no vergonzante del mundo. Hijo de buena familia, educado en Montpellier y Bruselas, en Floxha prendió el jacobinismo galo antes que el marxismo cerebral. El país marcha por la vereda de una normalidad que aplaudirían muchos ancianos burgueses radicales: no hay coches particulares, pero tampoco hay barbas, ni asomo de minifaldas, ni melenas.
Dios sólo puede estar en las mentes de algunos ciudadanos al habérsele cerrado las iglesias y las mezquitas en 1967. La catedral de Shkodra (Escutari), al norte fronterizo con Yugoslavia, está convertida en palacio de deportes. En la colina de Tirana, esos comedidos enamorados que van del brazo por el parque terminan su paseo en la antigua iglesia, hoy convertida en bar.
En los Balcanes ningun gobernante se había atrevido a cerrar los templos, ni siquiera el turco Kernal Ataturk que liquidó la confesionalidad islámica del imperio otomano, estableciendo la república laica. "Ustedes no pueden comprender que aquí la gente siempre fue masivamente atea", reiteran fuentes oficiales en Tirana. "Estoy orgulloso de haber participado activamente en la lucha de la juventud contra la religión en 1967. Nos pronosticaron todo tipo de revueltas sociales, pero aquí no hapasado nada. Ya ve: mi hijo tiene 17 años y no sabe lo que es religión", declara Moiko Zeqo, refinado arqueólogo que se recreaba. ante la suavidad pagana de tres esculturas de la escuela de Fidias en el Museo de Durazo (Dürres). A raíz del discurso del Papa acusando, hace unos meses, al régimen albanés de represión de la religión, la propaganda de Tirana se ha concentrado en desmentir los cargos de barbarie cultural. Se ha hecho un excelente filme sobre la restauración de la obra iconográfica M pintor albano-bizantino Onofre. En 1944, las tropas partisanas de Hoxha se encontraron con el alminar de la mezquita M centro de Tirana truncado por los obuses germano-italianos. Como se cura a un enfermo condenado a muerte, se restauró del alminar, para, 20 años después, cerrar la mezquita.
Dice al albanólogo estadounidense Stavros Skendi que "nunca los albaneses fueron un pueblo religioso". Campo de batalla entre el catolicismo y el cisma, primero, y entre la cristiandad y la media luna, más tarde, los albaneses transitaban de Dios en Dios, según el césar que venciera. El propio Cid albanés, Scanderberg, que tuvo en jaque a los turcos durante 24 años, fundó un erimero Estado albanés y hasta ganó una batalla después de muerto (1468).
Enver Hoxha ha logrado cabalgar 40 años de historia albanesa sobre el caballo de Scanderberg, parapetado en el nacionalismo de este pueblo acosado en la historia por griegos, eslavos, turcos e italianos, que todavía en 1920 no tenía fronteras internacionalmente aceptadas. No son Enver Hoxha ni Stalin los primeros personajes de Albania, sino Scanderberg, cuyos,ecos nacionalistas legitimizan a éstos. En las diatribas contra el imperialismo y el socialimperialismo, el albanés medio ve apoyo contra griegos e italianos, de un lado, y eslavos, del otro.
"El país estuvo siempre amenazado, y el estado de alerta se ha convertido en su segunda naturaleza", escribía el albanés Ismail Kadare, uno de los grandes escritores europeos del momento. La psicosis de cerco va bien con el concepto conspirativo de la historia que alimenta Hoxha. A falta de Dios, son las grandes potencias las que no permiten que una hoja caiga del árbol si ellas no quieren. Pero no hay nada que más moleste a las autoridades albanesas que la mundial comprobación de que su país está cerrado. Fuentes oficiales declaran que "no estamos aislados por no participar en farsas vacías, como las conferencias de Seguridad y Cooperación en Europa, o de de snucleariz ación balcánica". Tienen relaciones con toda la Europa occidental, excepto, por ahora, con España, la República Federal de Alemania y el Reino Unido.
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