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Los 'siete' estudian, a partir de hoy, en Londres la coordinación de sus políticas económicas

Soledad Gallego-Díaz

La cumbre de los líderes de los siete países más industrializados del mundo se inaugura hoy en Londres todavía bajo el eco de los actos conmemorativos del desembarco en Normandía, celebrados ayer. En la capital británica, los máximos dirigentes de cuatro países vencedores en la Segunda Guerra Mundial -Estados Unidos, Francia, Canadá y el Reino Unido- y de tres vencidos -Japón, Alemania e Italia-, todos los cuales se presentan hoy como compañeros y aliados, discutirán cómo coordinar sus políticas, cómo asegurar el incipiente relanzamiento económico y cómo garantizar, todos a una, que el Tercer Mundo paga sus deudas.

Entre los temas exteriores de la cumbre -calificada por la URSS de "un show preelectoral de Ronald Reagan"-, la crisis del golfo Pérsico y las relaciones Este-Oeste serán los que dominen las discusiones de Ronald Reagan, François Mitterrand, Pierre Elliot Trudeau, Margaret Thatcher, Yasuhiro Nakasone, Helmut Kohl y Bettino Craxi, además del presidente de la Comisión de la CEE, Gaston Thorn.Los siete representan la parte del león del comercio mundial, el poderío industrial y tecnológico y el liderazgo del mundo occidental.

Los siete líderes permanecerán juntos dos días y medio, aunque las discusiones de verdad ocuparán menos de 10 horas. Unos 3.000 periodistas de todo el mundo han solicitado acreditaciones.

Los jefes de Gobierno y de Estado celebrarán sus sesiones de trabajo en Lancaster House, un céntrico edificio del siglo XVIII. Los almuerzos se celebrarán en el salón de oro, y los debates, en la gran galería. Los ministros de Hacienda y de Asuntos Exteriores tienen reservadas salas menos suntuosas, y los periodistas no tendrán acceso al edificio. El centro de comunicaciones y de conferencias de prensa se ha instalado, en medio de protestas, en un edificio que se encuentra al otro extremo de la ciudad.

Medidas de seguridad

Los alrededores de Lancaster House estarán protegidos por numersos efectivos de Scotland Yard y, por primera vez, por agentes armados del servicio de seguridad, el presidente norteamericano. La primera ministra británica les ha autorizado a portar armas de fuego, en contra de lo que establece la legislación inglesa.La oposición obligó a Thatcher a comparecer ante el Parlamento para dar explicaciones, pero la primera ministra se limitó a decir que no discutirá públicamente sobre las medidas de seguridad de la cumbre.

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Scotland Yard está desarrollando una frenética actividad. Ayer ordenó la evacuación de una terminal del aeropuerto londinense de Heathrow, al descubrir un paquete sospechoso. Varios cientos de personas tuvieron que abandonar el aeropuerto.

El comunicado final será hecho público el sábado, a las cuatro de la tarde, hora de Londres.

Toda la atención se centra en dos puntos: la referencia a la política norteamericana de altas tasas de interés y al papel del Fondo Monetario Internacional en la financiación de la deuda latinoamericana; pero sin duda habrá también alusiones a la lucha contra la inflación, a la recuperación económica lograda desde Williamsburg y, muy posiblemente, a la lucha contra el terrorismo internacional.

El canciller de la RFA, Helmut Kohl, ha querido dejar clara cuál será su posición. Antes de salir de Bonn insistió en que su objetivo principal será convencer a Reagan de que controle el déficit presupuestario. Kohl atacó duramente la política económica de Washington y la consideró responsable de los problemas financieros del Tercer Mundo.

El primer ministro japonés, Nakasone, apoya la misma idea, aunque su objetivo fundamental será arrancar el compromiso de una conferencia sobre comercio internacional en la que se ponga freno al proteccionismo.

La coincidencia de los europeos en criticar las altas tasas de interés no conmoverá probablemente al presidente norteamericano. Reagan y el secretario del Tesoro, Donald Regan, aseguraron recientemente que las tasas disminuirán de forma progresiva, pero como consecuencia natural de la mejora de la economía norteamericana y no como resultado de una acción preconcebida de Washington. Ronald Regan advirtió a sus colegas europeos que los problemas económicos de sus países se deben a sus propios errores y defectos y no a la política estadounidense: "No se producirá la recuperación sólo porque bajen los tipos de interés".

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