McEnroe-Connors, primera semifinal en París
Joan Aguilera, el último español que aún seguía en el Roland Garros, fue eliminado ayer en los octavos de final por el sueco Mats Wilander por 6-2, 6-1 y 6-3, en un partido que duró exactamente dos horas. El francés Yannick Noah fue el último en conseguir la clasificación para los cuartos de final, al vencer al húngaro Balazs Taroczy por 36, 6-2, 7-6 (7-3) y 7-6 (7-3). John McEnroe, por contra, fue el primero en clasificarse para semifinales, al vencer a su compatriota Jimmy Arias por 6-3, 6-4 y 6-4. Otro compatriota suyo, Jimmy Connors, fue el segundo, al vencer con un juego extraordinario al sueco Henrik Sundstrom, por 7-6 (74), 6-1 y 6-4. En la competición femenina, Martina Navratilova se enfrentará en semifinales a su ex compatriota, la checa Hanna Mandlikova, mientras Chris Evert jugará ante la única adolescente que aún queda en competición, Camile Benjamín.
Luis Bruguera, el entrenador de Joan Aguilera, decía, el pasado sábado, cuando su pupilo logró clasificarse para octavos de final: "Soñamos con enfrentarnos a Wilander desde el principio del torneo". Pero los sueños, sueños son. Aguilera despertó de golpe, tras dos horas de partido, con un 6-2, 6-1 y 6-3. Y, lo que es aún más extraño, con la sensación de haber jugado bien.Con el tenis de Aguilera se sufre mucho. Tanto él en la pista como los espectadores en las gradas. Ayer, ni siquiera hubo oportunidad de sufrir. Wilander fue la máquina de correr, de devolver las bolas más difíciles desde los rincones más insospechados: "Hice muchos golpes ganadores", explicó luego Aguilera, "pero Wilander llegaba a todos partes". El Wilander de ayer fue el mismo que ganó en Roland Garros en 1982 y fue finalista en 1983. Ha olvidado sus veleidades ofensivas y ha recobrado la paciencia perdida en las pistas rápidas.
Ante un Wilander así, en plena forma, poco podía hacer Aguilera. Además falló en los puntos decisivos. El español llegó a disponer de oportunidades para romper el servicio del sueco en ocho ocasiones. No supo o no acertó a jugar de forma más agresiva en esos momentos. Esperó en lugar de atacar y Wilander, que le mantuvo bajo presión en el fondo de la pista, resolvió esos momentos con subidas a la red, en las que ya empieza a ganar muchos puntos. El primer set fue el más disputado. El servicio de Aguilera era bueno y efectivo, y ganó sus juegos con tranquilidad. Luego, al ganar esta primera manga el sueco, Aguilera se comenzó a sentir incómodo, sin lugar en la pista, y el sueco se escapó. La única oportunidad que le quedaba al español era esperar que Wilander bajase su ritmo, y no lo hizo.
"Me ha presionado muchísirno", comentó Aguilera. "No me ha dejado respirar ni coger mi ritmo. Creo que Wilander ha jugado el mejor partido de este año, y me ha tocado a mí". Aguilera estaba relajado, aunque acababa de someterse a una sesión de masaje porque sufre un principio de ciática. "No es grave, pero hay que cuidarse. El médico me ha dicho que la causa es que tengo la pierna izquierda más corta. Me ha dado una plantilla, y ha afirmado que con ella se soluciona todo".
Noah y McEnroe
Yannick Noah solucionó su compromiso de octavos con buen juego, pero sin avasallar como hizo el año pasado. Su rival, el húngaro Taroczy, es uno de los veteranos que ha retornado a su forma de antaño al ganar una mentalidad nueva para el tenis moderno. Noah ganó porque fue más agresivo en los puntos importantes, en un encuentro en el que dos sets se resolvieron con tie-break. Lo más bonito del partido ocurrió cuando Noah y Taroczy discutieron una bola y, discrepando de la decisión del juez de silla, el francés la dió por buena, lo que conllevó un juego para Taroczy. Los dos jugadores se sentaron en sus sillas, mientras el juez de silla pretendía seguir interpérrito en su primera decisión. Naturalmente, tuvo que cambiar su criterio.McEnroe se clasificó para semifinales manteniendo su buen ritmo de juego. Agresivo, siempre en la red, McEnroe presionó de tal forma a Jimmy Arias, su rival, que no le dejó conectar ni una sola vez con tranquilidad su golpe de drive. Arias se quejó después de las protestas de McEnroe por una decisión arbitral: "Me ha desconcentrado. Era una bola que se había ido fuera unos 15 centímetros y él insistía a gritos que había sido buena. Creo que debe tener algún problema de visión".
Martina y el Grand Slam
Martina Navratilova ya está muy cerca de ganar el Grand Slam, aunque en años distintos. Ayer venció a Kathy Horvath por 6-4 y 6-2, en 59 minutos. Sólo le falta ganar a Hanna Mandlikova en semifinales y la final. Martina comenzó ayer algo nerviosa: "Recordaba que el año pasado Horvath me había ganado aquí mismo y, además, el Grand Slam está tan cerca...". Martina, que está jugando con más agresividad y velocidad que el año pasado, se enfrentará ahora a Hanna Mandlikova, que ayer venció a Melissa Brown por 6-1 y 6-4. Mandlikova es la única que ha derrotado este año a Martina, que la considera "la jugadora más peligrosa en tierra batida".La otra semifinal enfrentará a Chris Evert, que ganó a la canadiense Carling Basset por 4-6, 61 y 6-0, y Camille Benjamin, que derrotó a Lisa Bonder por 7-6, 57 y 6-3. La Evert sonrió cuando le explicaron que Carling Basset había comentado que no pensaba jugar más allá de los 25 años: "Sí, algo similar me dijo en los vestuarios. Lo mismo decía yo cuando tenía 18 ó 19 años y veía a Billie Jean King con 29. Carling tiene sólo 16 años. Me dijo que a los 29 quería tener una vida normal, con hijos. No sé si me estaría enviando un mensaje en clave...".
Camille Benjamin, una jugadora negra de 17 años, acompañará a las tres grandes en semifinales. Benjamin, que es una auténtica luchadora de las pistas, cuenta en su historial con el único hecho destacado de haber sido entrenada por Renee Richards, la transexual que también dirigió a Navratilova.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.