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La recuperación económica italiana, condicionada a la drástica reducción del gasto público

Juan Arias

Italia está empezando a subir la dura cuesta de su recuperación económica, pero se trata de una operación que acabará abortando si no se obtiene una estabilidad monetaria a través de un drástico tijeretazo al gasto público y de una lucha sin cuartel a la evasión fiscal. Es esto lo que ha afirmado en el importante informe anual el gobernador del Banco de Italia, Carlo Azeglio Ciampi, ante la presencia de la asamblea en pleno del banco. En este país, el gobernador del banco central es una de las figuras con mayor peso institucional, es el llamado vigilante de la moneda, y sus palabras representan cada año como la radiografía más seria de la salud física, psicológica y moral de la economía y, por tanto, de la política.

Tres son las críticas más importantes a la política del Gobierno: demasiado lento el descenso de la inflación, que se mantiene en torno al 12% anual; demasiado veloz la carrera del gasto público, y demasiado fragmentario el diseño de la política industrial. Y todo esto, junto con una política fiscal equivocada, que grava a los trabajadores más débiles y deja impunes a los verdaderos ricos, que evaden siempre los impuestos.Según Ciampi, Italia no sufre "ningún mal oscuro" en su economía. Su enfermedad es, dijo, a la luz del sol, y se trata del "cáncer del gasto público que va carcomiendo por dentro a la economía". Es decir, el Estado gasta mucho y mal, y Hacienda recoge poco y mal. En 1974, el gasto público representaba el 41 % del producto interno bruto, y el año pasado era ya del 63%. Según Ciampi, es necesario que el aumento anual del gasto público no supere en dos puntos a los del desarrollo del producto interno, mientras la presión tributaria deberá aumentar en tres puntos, aunque sea gradualmente. De este modo, según el gobernador del banco central, el déficit público al neto de los intereses se anularía en el arco de pocos años.

Ciampi ha insistido en la necesidad de empujar la recuperación económica en marcha, de hacer hincapié sobre el aumento de puestos de trabajo, en los valores de la eficiencia, de la competencia, de la estabilidad y de la seriedad por parte del Gobierno, que no debería consentir que se aprobase ninguna ley sin contar antes con la consiguiente garantía económica para hacerle frente.

Alguien ha escrito ayer que el discurso pronunciado por Ciampi en el Reino Unido hubiese sonado como el discurso del jefe de la oposición. Pero en Italia es ésta la función del gobernador del banco central, que constituye como la conciencia crítica de los Gobiernos, y que por eso todos se sienten al final obligados a aplaudir.

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