Defensa de Machado
Señor Vicente Verdú: he leído y releído su escrito sobre Machado, y nada tengo que objetar que a usted no le guste Machado; tampoco me gusta a mí Picasso, pero es porque no lo entiendo. ¿Cómo le voy yo a quitar la alta estatura a ese gran pintor? Lo que no le admito es que ponga usted en duda si es poesía lo que hacía el poeta; ése es un terreno en que usted resbala; es obvio que usted no entiende nada de poesía, y además de no entender, nos ofende a quienes somos fieles a un hombre honrado, defensor, quizá cuando usted ni era sombra en la mente de sus procreadores, de la República, de la libertad, de la justicia.Pero sobre todo, ofender a un muerto -evidente-, que no se puede defender, es el colmo de la desfachatez, de la deshonestidad; a usted se le pueden aplicar esos cantarcillos que, como al desgaire, dejaba caer sobre el papel. Uno de ellos dice: "El casca-nueces vacías, / Colón de cien vanidades, / vive de supercherías que vende como verdades".
Aplíquese el cuento, amigo; no todos partimos y compartimos la poesía de hoy, hermética, egocentrista, cerrada a las mentes del pueblo; sin embargo, a Machado lo entiende cualquiera por tonto que sea.
"Volvamos a la verdad / vanidad de vanidades".
¿De qué nos sirve tanta máquina, tanto escritor vacío? Tantos objetos y sujetos inútiles, tanta tinta gastada en calamitosas vacuidades...
Han tomado ustedes, los Umbrales, los Montalbán, los esperpénticos escritores, el periódico EL PAIS para regodearse en criticar, incapaces de crear nada, de dar soluciones; mucho mejor es que se callaran ustedes, se metieran en su propia piel y meditaran antes de ofender a nadie; que no porque estemos en una casi democracia tenemos el derecho de ofender a diestro y siniestro. Precisamente por haber vivido muchos años en democracia fuera de España he aprendido lo mejor que tiene este sistema: el debido respeto al otro, el ir cada cual a sus asuntos; eso es la democracia, señor Verdú./
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