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El primer ministro chino propone la celebración de una conferencia internacional sobre el desarme nuclear

El primer ministro chino, Zhao Ziyang, que inició ayer en París una gira por seis países de Europa occidental (Francia, Bélgica, Suecia, Noruega, Dinamarca e Italia), propuso, a su llegada a la capital francesa, la convocatoria de una "conferencia internacional, ampliamente representativa, para discutir la reducción de armas nucleares" por todos los países que las poseen. "Esta posición china", dijo Zhao, "es practicable, justa y racional. Corresponde a las aspiraciones de los pueblos del mundo. Anhelamos que pueda encontrar un eco favorable entre los países a los que concierne".

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Zhao es un personaje fundamental del régimen de Pekín y, desde 1980, se le considera como pieza clave de la apertura tecnológica, industrial y comercial, mientras que en el terreno de la política exterior afirma las diferencias de China con respecto a las dos superpotencias.Las relaciones actuales entre París y Pekín son excelentes, aunque los intercambios económicos aún no son todo lo importantes que se desearía. La Francia del general Charles de Gaulle fue, en 1964, el primer país occidental que reconoció oficialmente a la República Popular China. Desde entonces, los lazos entre ambos países siempre han sido buenos, al margen de controversias o malhumores, como los causados por el internamiento de una china que se enamoró de un diplomático francés. Ahora, Zhao inicia su gira europea por París y, con ello, agradece aún aquel gesto del general.

En cierta medida, el viaje de hoy es todavía una continuación de aquel primer reconocimiento diplomático del país de 1.000 millones de habitantes que, tras la desaparición del Gran Timonel, Mao Zedong, intenta hacerse un hueco en el concierto mundial, pero sin depender ni de Washington ni de Moscú. Por eso se interesa por la suerte de Europa occidental, "porque una Europa débil y desunida es un factor desfavorable para la seguridad de este continente y para la estabilidad mundial", tal como afirmó ayer el propio Zhao.

Todo indica que franceses y chinos no harán más que celebrar su entendimiento perfecto. Con excepción del problema de Camboya, en el que París se presenta como equidistante de las partes contendientes, mientras que Pekín desea presionar a Hanoi para resolver el conflicto, hay identidad de criterios sobre todos los demás conflictos mundiales.

En su gira europea, Zhao repetirá en términos diferentes lo que en este país va a decirle al presidente François Mitterrand, con quien se entrevistará dos veces; al primer ministro, Pierre Mauroy; al ministro de Relaciones Exteriores, Claude Cheysson, y al Parlamento francés, que se reunía ayer para escuchar el discurso en el que esbozó la China del futuro, deseosa de contribuir a la búsqueda de la paz.

Pero, en cada uno de los países, la economía también encontrará un hueco preferente: "No hay límites en este aspecto si las ofertas son competitivas". Por no reunir esta última condición, precisamente, Francia, octavo proveedor de China, aún no ha llegado a realizar grandes negocios, a pesar de que el célebre modista Pierre Cardin ya se ha establecido en Pekín, y hasta ha inaugurado un restaurante, bautizado Maxim's, como su hermano gemelo parisiense. En esta ocasión, los franceses volverán a ofrecer sus centrales nucleares, pero Estados Unidos también está al quite y concede créditos en mejores condiciones.

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