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El representante del Midland Bank en Moscú y probable 'doble agente' murió asesinado, dictamina un tribunal londinense

Soledad Gallego-Díaz

El banquero británico que murió al caer desde la ventana de su apartamento, en el piso undécimo de un edificio de Moscú, fue asesinado, según el veredicto emitido ayer por un jurado inglés que estudió las circunstancias de su muerte. El banquero, Dennis Skinner, de 54 años, mantuvo contactos con el KGB y denunció, poco antes de morir, la existencia de un espía soviético en la Embajada británica.

Skinner llegó por primera vez a la URSS en 1968 como representante de una firma de computadoras y fue contactado dos años más tarde por el servicio de espionaje soviético, que quería conocer los sistemas para importar alta tecnología, cuya venta está prohibida por EE UU y los países occidentales. Posteriormente Skinner, que contrajo matrimonio con una súbdita rusa, fue nombrado representante en Moscú del Midland Bank.El 15 de junio de 1983, el banquero entregó, sin que mediara una palabra, una nota a una vecina, también británica. La nota decía: "Creo que voy a ser detenido cuando vaya a la reunión que se celebra hoy en la Embajada británica. No conseguiré nunca salir vivo. Por favor, vaya inmediatamente a la Embajada y pida que aposten guardias para protegerme si sucede algo. Llegaré entre las 6.00 y las 6.15. Dígales que tengo muchas cosas que contar y que hay un espía entre sus propias fuerzas de seguridad. Por amor de Dios, hágalo o estoy muerto. Queme este papel inmediatamente".

La vecina, Valerie Cane, informó a la representación diplomática británica. Cuando Skinner llegó a la embajada fue recibido por el primer secretario, a quien comunicó que temía por su vida y que mantenía contactos desde hacía años con el KGB. Una vez a la semana Skinner se reunía con su contacto en un hotel moscovita. El jurado inglés que investigó el caso no pudo aclarar sin embargo, si el banquero actuaba como doble agente para los servicios británicos.

Según las declaraciones de la esposa de Skinner, que reside desde finales de los setenta en el Reino Unido, su marido era "un buen patriota". Días antes de morir la telefoneó a Londres y le pidió que buscara protección oficial. Su mujer había sufrido un extraño accidente de automóvil y recibía llamadas telefónicas obscenas. Ludmila Skinner se negó a facilitar ningún nombre concreto, aconsejada tal vez por el servicio de contraespionaje británico. Tanto ella como otros testigos señalaron que Skinner era un hombre equilibrado, nada propenso al suicidio.

Dos días después del incidente en la Embajada británica, que fue reportado al Ministerio de Asuntos Exteriores en Londres para una investigación más exhaustiva, Skinner cayó desde el piso undécimo de un edificio en la calle de Lesinski Prospect, en Moscú. Los médicos forenses británicos que examinaron sus restos declararon que algunas de las heridas que presentaba podían haber sido producidas antes de la caída. El informe emitido por las autoridades soviéticas señala que "no existen motivos para creer en una muerte provocada". Para Moscú, Skinner se suicidó o sufrió un accidente. El jurado británico, sin embargo, necesitó sólo cuatro horas para decidir lo contrario: a su juicio, el banquero fue defenestrado.

De las declaraciones de Ludmila Skinner parece desprenderse que su marido volvió a la URSS, como representante del Midland Bank, con un objetivo muy concreto. "Creo que hay conclusiones obvias", afirmó, "pero no puedo decir nada más".

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