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GENTE

Alfons Eberl,

panadero de Munich, está muy cerca de tener asegurada la indulgencia plenaria por el hecho de fabricar un riquísimo pan moreno que hace las delicias de Juan Pablo II. Al Papa no le gusta el pan blanco italiano y Eberl le envía el suyo a Roma cada tres semanas desde 1981, por medio de un correo especial. Wojtyla, que se aficionó al pan moreno por recomendación del cardenal alemán Joseph Ratzinger, cuando fue nombrado prefecto de la Congregación de la Fe en el Vaticano -antes era arzobispo de Munich-, ha mandado al panadero, su familia y los trabajadores de la panificadora una carta con la bendición apostólica.

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