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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Escrutinio a tiros

PANAMÁ ES una pequeña fortaleza defendida de cualquier subversión -y hay fuerzas que consideran que la verdadera democracia es una de ellas- por su Guardia Nacional. Arístides Royo, un demócrata sincero, que trató de administrar la herencia política de Torrijos, en julio de 1982 se vio forzado a dimitir como presidente "por razones de salud". En realidad, la razón fue una recomendación del jefe de la Guardia Nacional, Rubén Darío Paredes, que dio así un golpe de Estado discreto y digamos que constitucional. Se produjo la sustitución prevista por la ley y tomó el poder el vicepresidente, Ricardo de la Espriella -banquero, conservador-, que procedió al relevo de todo el Gobierno, de los gobernadores y de otros altos cargos. Con este acontecimiento se confirmó un triple y unificado poder: el de Estados Unidos -que considera la zona vital para sus intereses, y frente a los que Torrijos había intentado una cierta disidencia con éxito-, el del capital y el de la Guardia Nacional. Las elecciones del domingo pasado tenían como misión teórica consolidar este hecho. La oposición al sistema, cada día creciente, estimaba, por lo mismo, que el resultado sería indiferente venciese el candidato oficialista, Barletta, o el de Alianza Democrática de Oposición, Arnulfo Arias Madrid. Pero no parece que el poder constítuido sintiese la misma indiferencia. La lentitud con que comenzó a realizarse el escrutinio (doble) indicaba un deseo de manipularlo y, por tanto, la sospecha de que podría ganar Arias.De ahí los sucesos del lunes por la noche. Un relato verosímil es el que indica que militantes de Alianza Democrática de Oposición se manifestaban ante el Parlamento reclamando los resultados (Arias se había declarado vencedor, pero lo mismo había hecho Barletta) y que los oficialistas dispararon contra ellos. Algunos testigos, apoyados en imágenes fotográficas y de televisión, aseguran que entre los.pistoleros se reconocía a militares de las Fuerzas de Defensa y del servicio de inteligencía. Y todos, han coincidido en que los hombres uniformados de la Guardia Nacional no intervinieron para evitar la agresión. Un resultado práctico inmediato fue la suspensión del lentísimo escrutinio.

Con ello, las elecciones han perdido credibilidad y, por tanto, todo el programa de democratización. Panamá es una posición en cierto modo devaluada de la estrategia de Estados Unidos: el valor militar del canal se está quedando anticuado. Pero es, por otra parte, una posición antiguerrillera de primer orden -con su vecina Costa Rica- frente a los sucesos de América Central y a la inestabilidad de Colombia, y es también un lugar de inversiones económicas interesantes para el capital norteamericano. Cualquier resultado electoral no habría podido alterar esa adscripción de Panamá a Washington, pero es evidente que hay un diseño del Departamento de Estado para toda la zona y que las urnas podían hacer quebrar los planes. Y no sólo los políticos: como consecuencia de la inestabilidad de los otros países de América Central, se ha producido una afluencia de capitales a Panamá, especialmente a la zona franca de Colón, cuya. seguridad debería encargarse de garantizar el candidato oficialista. Ahora todo son incógnitas.

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