La gestión es la 'cenicienta' del proceso del gasto público, según el secretario de Estado de Hacienda
LOLA GALÁNEl secretario de Estado de Hacienda, José Borrell, afirmó ayer que la gestión del gasto público es la cenicienta dentro de las tres fases de que consta el proceso del gasto -presupuesto, gestión y control-, pese a ser la fundamental. Borrell resumió con esta expresión la situación de la Administración española en su intervención en una mesa redonda que inauguraba el ciclo organizado por el Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).
La mesa redonda abordó el tema La función directiva como pieza básica para la eficacia y eficiencia de la Administración Pública, y contó con la presencia del ministro de la Presidencia, Javier Moscoso, que actuó como moderador; del Director del INAP, Joan Prats i Catalá; del director del diario EL PAIS, Juan Luis Cebrián, y del director de la Escuela Diplomática, Juan Ignacio Tena Ibarra.Borrell fundamentó sus críticas a la Administración española en la falta de una gestión y en el laberíntico sistema de control que existe sobre los gastos públicos. A este respecto, Borrell puntualizó que en España se regula la actividad administrativa con una copiosa normativa que es, sin embargo, externa a la propia Administración. Se controla a través de un conjunto de normas complejísimas que tampoco han propiciado una mayor descentralización en el proceso administrativo. En opinión del secretario de Estado de Hacienda, la Administración española ha invertido los términos del proceso: así, mientras se dispone de modernas de presupuestación, importadas de los Estados Unidos en su mayoría, se carece de equipos de gestión y se mantiene en pie un control de gastos burocrático y arcaico.
Sin embargo, y ante el panorama al que se enfrenta el Gobierno socialista en éste último capítulo del control del gasto público, al que Borrel calificó de "mayúsculo desastre", se mostró poco partidario de otorgar mayor poder de decisión a los funcionarios encargados de este servicio.
En opinión de Joan Prats, la existencia de una función directiva dentro de la Administración como punto de engarce entre la función política y la meramente administrativa, supondría sin embargo, la posibilidad de convertir la legitimidad legal de que goza actualmente el aparato del Estado, en una legitimad plenamente democrática ya que Ia Administración actual es legalista pero no efectiva". Pese a los cambios políticos operados en nuestro país, la tesis del director del INAP es que Ia ciudadania se mantiene suspicaz frente a la Administración por su falta de eficacia". En este mismo sentido abundó Juan Luis Cebrián en su intervención, en la que recalcó que el ciudadano considera a la Administración como una superestructura impositiva contra la que es difícil, pero también necesario, luchar. El aparato del Estado se ha convertido, según Cebrián, en una prolongación del poder político en el que existe un nivel de corrupción, no tanto por la actividad de los propios funcionarios -aunque citó la existencia concreta de este grave cáncer dentro de la administración de Justicia-, sino porque el "sistema, dijo, es corrupto en sí". Cebrián pasó revista a algunos de los aspectos que, en su opinión, consideró más irritantes para el ciudadano español, caso del carácter vitalicio del funcionariado y la dificultad que, al parecer, comporta la aplicación de las incompatibilidades dentro de este cuerpo.
Cebrián se interrogó sobre la posibilidad real del Gobierno socialista de llevar a cabo una necesaria, según él, ruptura sin trauma dentro de la Administración Pública, mientras se reduplican las burocracias en el complejo organigrama del Estado de las Autonomías. Por último, Cebrián insistió en que para llevar a cabo esta reforma, es imprescindible dañar los intereses privilegiados de los altos cuerpos de la Administración del Estado.
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