La madurez expresiva de Hilario Camacho

Recital de canción.

Con una sola palabra se puede resumir el juicio sobre el recital con el que Hilario Camacho cerró la noche del domingo las fiestas del barrio de Malasaña en la plaza del Dos de Mayo: excelente. Hizo un tecorrido relajado e impetuoso a un tiempo por su ya extensa obra de creador de canciones, incluyendo temas, de todas sus épocas, desde Ven aquí, de su primer disco, ya con 14 años en el mercado y todavía reeditándose, hasta sus últimas composiciones, todavía inéditas, Gris y loco o Tela de araña, perfectamente integradas unas y otras en una trayectoria artística que siempre se ha destacado por su modernidad y coherencia.Como en la obra de todos los creadores de verdad, hay en las canciones de Hilario Camacho un eje central sobre el que pivotan sus composiciones y que muestran sus puntos. de interés y preocupación. En pocos cantantes-compositores es tan visible como en él la unión entre actitud vital y canción. Pocas canciones revelan tan a las claras las constantes biográficas y personales de su creador y, al mismo tiempo, pocas llegan a alcanzar una referencia colectiva, generacional y representativa tan completa.

Hilario Camacho.

La soledad, la imposibilidad de comunicación, es ese eje; alrededor de él compone Hilario Camacho la mayor parte de las cancíones, sinque,asome punto alguno de monotonia, sino que, por el contrario, se diversifican y se amplían en función del contexto que rodea al cantante, contribuyendo a crear una obra compleja, rica y profunda, en la que textos y músicas componen un todo indisoluble.El soporte sonoro de estas canciones es el rock, ya sin paliativos. Pero sería tremendamente limitativo quedarse en que hace rock a secas. El toque personal del cantante, su inconfundible manera de cantar y frasear, con una voz cada vez en mejor estado, y un sentido rítmico que se carga de resónancias frescas, latinas, contribuyen poderosamente a que el producto final resulte tan atractivo. No hay en Hilario Camacho la menor sombra de mimetismo cultural, de imitación de modelos anglosajones, sino de perfecta integración de un tipo de sonido, el rock, que él resuelve con imaginación e ínteligencia.

Plaza del Dos de Mayo

A todo ello ayuda de manera decisiva el grupo con que se acompaña: Luis Avela (batería) y Alberto Guillo (bajo), que forman un matemático y creativo soporte rítmico, y Arturo Soriano (saxo y flauta), Manuel Villalta (teclados) y José Antonio Romero (guitarra eléctrica). No se puede destacar a unos sobre otros, porque todos ellos consiguen un sonido compacto, sin fisuras, con solos rápidos y directos que forman un todo con la voz del cantante y los temas que compone. Hilario Camacho y su grupo suenan tan bien como el mejor de los grupos modernos.Conciertos como este de Hilario Camacho nos confirman en la creencia de que la canción, en general, y el rock en concreto, es una forma artística plenamene adulta, abierta a todas las posibilidades y matices expresivos, con capacidad para expresar con precisión y justeza los fantasmas particulares de cada creador y de llegar -rompiendo esas barreras de incomunicación que tanto preocupan al cantante- a un público que siguió la actuación atento y cantando la mayor parte de los temas que sonaban en el escenario.

Madrid, 6 de mayo.