Blindados
Si Moscoso se lo propone, vamos a tener solucionado en un santiamén el problema de la seguridad de nuestros cargos públicos, sin necesidad de comprarle a Alemania coches blindados que hagan poner el alarido en el techo a la muy lealmente plasta oposición. Veamos.Lo que tiene que hacer el ministro de la Presidencia, aparte de contar funcionarios públicos como quien cuenta borreguitos, es asegurarse de cuántos y quiénes, entre ese casi millón y medio de empleados en la cosa pública, son los que no dan golpe ni lo han dado a lo largo de su vida profesional. Hecho lo cual, con pruebas en la mano -no vayamos a meter la pata fastidiando a la buena gente-, se coge a los funcionarios que no funcionan y, para empezar, se les atavía a todos con el típico chaleco antibalas autonómico, o, bien la capa embozada ' no menos tradicional, del Estado español.
Dado este paso ya sólo queda coger a los empleados, y colocarlos, muy apretaditos, en torno a los ministros y demás políticos gubernamentales amenazados de muerte. Para que pudieran repeler con mayor eficacia la posible agresión sería conveniente que los de seguridad recomendaran a los funcionarios no funcionantes poner la cara habitual con que los españolitos de a rodilla hemos tenido que enfrentarnos durante tantos años, o sea: faz alargada y mueca agria de ventanilla infranqueable.
Todo eso evitaría tenerse que gastar una millonada en blindajes del extranjero -ese país foráneo en donde todavía se fabrican mejor algunas cosas-, y, además, tranquilizaría mucho al electorado, que cada vez que saliera Boyer en televisión se entretendría contando a los funcionarios en trance, por fin, de funcionar: menudo alivio pensar en el ahorro que eso supone.
Sin contar con otro aliciente importantísimo, el factor humano, que tanto le conviene recuperar a este Gobierno socialista, que chapotea en la burocracia sin saber cómo salir a flote. Esa imagen de Boyer rodeado de mano de blindaje económico resultaría todavía mejor, electoralmente, que el long play que le ponen a uno cuando llama por teléfono a cierto ministerio, mientras espera a que respondan los funcionarios de turno.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.